Batman: Año 100 (Paul Pope)

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Batman: Año 100 (Paul Pope). Planeta, 2008. Rústica. 240 págs. Color. 16,95 €


No hay muchos autores asentados en lo independiente capaces de hacer suyo un superhéroe mainstream sin desvirtuar su idiosincrasia. Generalmente se recurre a ellos cuando se pretende una revisión extrema o bien una deconstrucción en toda regla. Este no es el caso. Aunque Batman Año 100 es una historia fuera de la continuidad del personaje, Paul Pope ha sabido integrar de forma coherente distintos elementos de su historia de modo que al final, en la boca del lector queda un regusto 100% Batman.

La premisa argumental de Batman Año 100 es muy sencilla. En un futuro cercano, escenario muy querido por Pope, Batman subsiste como una leyenda. Una facción corrupta de la policía persigue a Batman, que se encontraba en el lugar equivocado en el momento erróneo, siendo testigo de algo que dará forma al Mcguffin de la historia. Pope dosifica la información con habilidad, de modo que el misterio lo seguirá siendo casi hasta el final, al tiempo que va desarrollando a sus personajes sobre el escenario. El futuro que dibuja Pope no es muy diferente del que podemos encontrar en otras obras suyas como Heavy Liquid o 100% y que tanto recuerda en su multiculturalidad a Blade Runner. Las pulsiones básicas del ser humano siguen siendo las mismas, el desarrollo es meramente tecnológico. Sin embargo, al centrarse en la acción, la aventura y la trama detectivesca y olvidarse de ciertos toques existencialistas, el resultado en este Batman Año 100 es, a mi parecer, superior al obtenido en anteriores obras.

En muchos sentidos, la historia funciona como coda a 100 años de historia de Batman. Pope no sólo realiza homenajes puntuales a los primeros números de la serie o al Batman de Frank Miller, momentos clave de su historia, sino que revisita algunos de los temas clásicos del personaje, como su relación con Gordon (su descendiente, en este caso), su habilidad detectivesca, su dependencia de artilugios varios o la premisa básica del disfraz como medio para aterrorizar a sus enemigos. Se ahorra sin embargo, y muy conscientemente, otros, como la motivación heroica del propio Batman, una explicación sobre su edad, o la aparición de supervillanos. Hay poco en Batman Año 100 que convierta a Batman en superhombre tal y como lo entendemos hoy en día, y mucho más que lo acerca al personaje casi de pulp que era en sus inicios. Al dejar de lado muchas de las convenciones superheroicas, Batman Año 100 adquiere un aire naturalista que entronca con Batman Año Uno, del que toma no sólo el esqueleto argumental, sino en parte el tono narrativo. Aquí no hay ni épica, ni psicología, ni introspección, ni pretensiones de profundidad o de marcar un punto y aparte. Sólo aventura.

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Si acaso, el elemento «mítico» en este Año 100 viene de la mano del misterio de la existencia de Batman y, sobre todo, del dibujo de Pope. Su estilo tiene más que ver con Jack Kirby que con el David Mazzucchelli de Año Uno, especialmente por la fuerza que desprenden sus viñetas, algo muy difícil de explicar con palabras pero que se percibe al primer vistazo. El diseño de Batman, con esa dentadura a lo Nosferatu, de nuevo remite al plano de lo irreal, y sus perseguidores lo consideran poco menos que una criatura fabulosa. Hay por tanto un juego mediante el cual “desde fuera” somos testigos de un relato que podría ser veraz, mientras que “desde dentro” (sus enemigos), Batman es considerado casi un personaje de ficción. De hecho, parte de la trama de este cómic consiste en averiguar quién demonios es Batman. El trazo de Pope tiene esa soltura espontánea tan característica suya, esa especie de carácter instintivo. La agilidad tanto en el dibujo como en las composiciones de página funcionan especialmente bien en las escenas de lucha y persecución, dando muestras de lo aprendido en su etapa japonesa, utilizando tantas páginas como cree necesarias (aunque en alguna ocasión haya manifestado que la extensión del relato se le quedaba corta para su desarrollo) para reforzar la acción física, un aspecto fundamental en los cómics de superhéroes. La ambientación es extraordinaria, con un Gotham oscuro que en ocasiones podría ser el de 1939. La narración en paralelo, la trama referida a Gordon, el ritmo sincopado, la ambientación, muy lograda, oscura y opresiva de todo el relato y el más que correcto coloreado de José Villarrubia son otros de los factores que ayudan a convertir Batman Año 100 en una excelente historia de Batman.

Esta mezcla entre historia de pulp norteamericano, el modo de desarrollarlo cercano al manga, y el virtusiosismo de Pope a los pinceles, hacen de Batman: Año 100 una obra muy recomendable.

4
Excelente, tebeos como este hacen grande el cómic.



el tio berni