El Capitán Escarlata (David B. & Guibert)

elcapitanescarlata
El Capitán Escarlata (David B y Emmanuel Guibert). Glénat, 2006. Cartoné. 76 págs. Color. 15 €


Hay veces en que una se empeña en leer y leer a un autor del que no deja de oír maravillas para sorprenderse sin encontrarlas por ningún lado: empiezan, entonces, las dudas sobre su propio criterio o el ajeno (que de todo se piensa) o ambos, pues algo no cuadra cuando todo el mundo ve excelencias donde tú no puedes pasar de la página seis o del primer tomo de una obra de seis y, aún así, te empeñas en continuar, en seguir adelante, convencida de que tu torpeza no puede durar eternamente (naturaleza optimista lo llaman). Y de repente, después de abandonar la obra por la que será reconocido como maestro y que le hará pasar a la posteridad del medio y que tú sólo has disfrutado como tantas otras, te encuentras con un cuento, una pequeña gran fantasía que hace que las ganas de conocer y redescubrir vuelvan. De esta manera me encuentro en mis manos con El Capitán Escarlata, atrapándome donde sus hermanas mayores no lo consiguieron.

Esta obra está editada por Glénat dentro de su Colección Delicatessen, nombre que viene a decirnos mucho del cuidado que se puso en su elaboración y que incluye el relato en que se basa esta historia, El Rey de la Máscara de Oro, de Marcel Schwob, del quien también se esboza una pequeña biografía.

Nos encontramos en este Capitán Escarlata con un relato de aventuras, donde todo puede ocurrir y casi todo llega a suceder, siempre con París como escenario de lujo: muertes misteriosas, que pretender recrear acciones de la piratería antigua; una mujer extraordinaria y digna obligada a vivir una vida miserable, convertida en faro de navegantes perdidos; marineros en puerto; un policía que sigue los dictados un superior con ideas muy claras; de maridos que cambiaron sus vidas ordinarias para acabar convertidos en intrépidos filibusteros que intercambian cabezas al mando de un Capitán, quien se destaca como personaje singular entre tantas singularidades; sin olvidarnos del barco, otro personaje más que se mueve por los cielos parisinos en aras de olas y tempestades controladas mágicamente. Julio Verne se asombraría y Stevenson encontraría muy buenas localizaciones para nuevos tesoros.



Interior


En esta obra nos encontramos a dos autores pletóricos, que alcanzan momentos tan asombrosos como la historia que nos cuentan: David B., que firma el guión y Emmanuel Guibert en la parte gráfica, haciéndose cargo del dibujo, la tinta y el color. Bien podrían haber intercambiado sus papeles, pues sabemos que ambos han trabajado en el lugar que ahora ocupa su compañero y, de hecho, continúan realizándolo. Sería, cuando menos, curioso conocer el resultado de haberse producido el intercambio de roles, pero la obra resultante es tan fantástica (en más de una acepción de la palabra) que no consideramos oportuno pasar de la mera especulación.

David B. se basa en la mencionada historia para construir un cuento donde lo asombroso viaja de la mano de la más cruda realidad, caminan paralelos y cruzándose, como si los giros de grados tan bruscos fueran lo más común y normal. Y Guibert se lanza a componernos esos dos mundos, uniéndolos en uno sólo, pasando del primero al segundo con fluidez, sin saltos categóricos ni rotundidades, con un dibujo ágil, en el que los trazo de tinta toman un protagonismo absoluto, al igual que el color. Ambos nos hacen ir y venir, meciéndonos con la cadencia del barco, flotando entre brumas, entre azules más o menos intensos y cálidos amarillos y ocres, que apenas si dejan paso a nocturnos morados o a sangrientos rojos, llenos de violencia y luchas encarnizadas, que nos devuelven crudamente a la realidad, de la que nuestros personajes principales no pueden escabullirse, aunque se hayan transformado en capitanes piratas con dotes mágicas para controlar las tempestades a voluntad.

Se convierte El Capitán Escarlata en una obra que (me) reafirma en el gusto por el trabajo de Guibert y que me pone en tablas con los anteriormente leídos de David B. Mejor dicho, en jaque, porque después de lo que he leído y disfrutado con este volumen, no me queda otra que darle una nueva oportunidad, pues se la ha ganado a pulso. Así pues, si gustan de cualquiera de estos dos autores, de lo asombroso mezclado con la realidad o de una macedonia de todos estos ingredientes, no duden en hacerse con esta historia: estoy por garantizarles que no se han de arrepentir.