Hágase el murciélago. Billy y Bob

No sería justo dar una imagen de la personalidad de Bob Kane basada tan sólo en las declaraciones de aquellos que tienen motivos para estar resentidos con él. Sin embargo, a medida que encontramos más declaraciones de autores coetáneos de Kane sobre su persona, la primera impresión se reafirma. La mayoría de ellos comentan el poco gusto por el trabajo de Kane, su afición a las mujeres y la buena vida, y su hábito de plagiar. A continuación, un par de extractos de la biografía de Will Eisner elaborada por Bob Andelman, Will Eisner. El espíritu de una vida (Norma; 2008).

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El trabajo le duró sólo un par de meses, porque Billy [Will Eisner] se encontró por casualidad con su amigo del instituto Bob Kahn, quien se había cambiado el nombre por el de Bob Kane.

Más tarde, con la ayuda de Bill Finger y Jerry Robinson, Kane creó a Batman. Kane era más alto y delgado que Billy; se creía que era clavadito a los apuestos cantantes melódicos que arrasaban en las radios de la nación y que conseguían que las adolescentes se desmayaran. Nunca practicó ningún deporte y frecuentemente se quejaba de unos persistentes síntomas de resfriado, aunque sus amigos creían que, simplemente, era un hipocondríaco.

Billy Eisner y su familia vivían a una manzana de distancia de la Concourse, la avenida principal que atraviesa el Bronx; Kane, cuyo padre era un agente de seguros de éxito, vivía en un gran apartamento situado más abajo, en esa misma calle.

Eisner y Kane, que a menudo coincidían en las clases de dibujo del instituto DeWitt Clinton, se llevaban bien fundamentalmente porque Eisner envidiaba lo bien que se le daban las chicas a Kane, y Kane admiraba el talento de Eisner. El dibujo de Kane no es que fuera de lo mejorcito, pero él tenía mucha energía, era ambicioso y estaba dotado de un gran sentido del humor.

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Historieta de Kane de 1936 para Wow! What a magazine!


-Sinceramente –afirmó Eisner tiempo después-, como dibujante era pésimo. Pero era un tipo agresivo. Siempre era capaz de conseguir esas dos cosas que tanto queríamos. En esa época yo era mucho mejor dibujante que Bob, pero él era el que conseguía los trabajos y las chicas, por eso yo solía andar con él.

Casi todos los sábados por la noche salían juntos. Eisner estaba tan centrado en dibujar que nunca tenía tiempo de llevar una vida social que le permitiera conocer chicas, pero entonces Kane le llamaba y le decía: “Tengo una cita para ti.” Sus citas dobles normalmente conllevaban ir a bailar a lugares como el viejo Glen Island Casino, situado al final de Pelma Parkway.

Era 1935, la edad dorada de las grandes bandas de música como las de los Dorsey Brothers y Benny Goodman, y a estos dos jóvenes dibujantes les encantaba ir a bailar con las chicas al Casino.

-El problema con Bob –señalaba Eisner-, era que las chicas que traía eran siempre bonitas pero totalmente idiotas. Idiotas de veras, eran un ejemplo perfecto de los que Al Capp denominaba “la estúpida belleza americana”.

El comportamiento de Kane en los nightclubs era bastante predecible, muchas veces se quedaba sin dinero y Billy acababa pagando la cuenta. Otras de las cosas que solían hacer siempre que salían de marcha era alardear con las chicas de su talento para el dibujo. Daba igual lo que Kane dibujara, Eisner siempre lo hacía mejor. Aquello era una competición entre dibujantes; pero a las chicas eso les importaba un comino. A ellas les gustaba la música querían bailar y lo demás les daba igual.

Una noche en particular, ya de vuelta a casa, Kane le preguntó a Eisner:
-¿Cómo te ha ido?
-Bueno –respondió Eisner-, le he metido mano, un poco.

Lo que, en aquellos tiempos, estaba bastante bien para un alumno ya en los últimos cursos de instituto. Demasiado bien, de hecho. El siempre competitivo Kane nunca volvió a preparar una doble cita con Eisner.

Kane tenía muchas peculiaridades interesantes como artista y como persona. Una de ellas era una mera cuestión de vanidad: afirmaba ser cuatro años menor que Eisner, a pesar de que habían sido compañeros en el instituto DeWitt Clinton.

-Bob se enorgullecía mucho de que en el instituto sus dibujos llamaran más la atención que los de Will –señalaba Mark Evanier, guionista de cómics, de series de animación y estudios sobre las historia de los cómics-. Pensaba que Will era un genio. Bob solía contarme qué dos razones le llevaron a convertirse en dibujante, y ambas tenían que ver con las chicas. La primera era que cuando hacía un dibujo las chicas se arremolinaban a su alrededor; la segunda, que había clases de dibujo en las que uno podía dibujar mujeres desnudas. ¿Y en que otro lugar, a esa edad, uno podía ver mujeres desnudas?

A pesar de que Evanier conocía a Kane y le caía bien, nos dijo que cualquier historia que Eisner pudiera contarnos sobre Kane, probablemente fuese verdad.

-Bob siempre tuvo un lado un poco sórdido –afirmaba Evanier-. Bob era un vividor, siempre andaba buscándose la vida. Trabajaba lo menos posible. Bob era, sobre todo, un tipo que siempre pensaba en cómo sacar dinero de las situaciones que se le presentaban. Sus ídolos eran los tipos que hacían tiras de prensa. Pensaba que lo más maravilloso que había en el mundo era que vendieras tu tira, tuvieras éxito y contratases a gente para que la siguiera realizando mientras uno se tumbaba en una hamaca. En plan Ham Fisher, que jamás dibujó ni una tira de Joe Palooka. Bob consiguió vender a Batman, de ese modo puso una franquicia en marcha, y dejó que otras personas trabajaran por él (principalmente el guionista Bill Finger y el dibujante Jerry Robinson). Creía que lo de Will era increíble porque seguía dibujando. Will dibujó más a los ochenta años que Bob en toda su vida.

Pensara lo que pensara Kane sobre Eisner, nunca lo compartió con sus lectores en su autobiografía de 1989, Batman & Me. Kane y la persona que escribe junto a él el libro, Tom Andrae, sólo mencionan dos veces a Eisner en todo el texto, y se trata de referencias vagas (que en el periódico del instituto eran rivales) y de una frase de extensión. Encima, una de ellas era completamente falsa: Kane afirmaba que Eisner fue uno de los creadores de Wow! What a Magazine!, mientras que Eisner siempre afirmó que sólo había hablado con él sobre la revista, que es donde Eisner conoció a su futuro socio, Jerry Iger.

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Ese mismo año se estrenó la primera película de Batman de la era moderna, Kane apareció en la Convención Internacional de Cómic de San Diego para promocionar unas ilustraciones firmadas y numeradas que había hecho.

-Will estaba en mi stand y Bob estaba en el de al lado intentando vender sus ilustraciones –recuerda Denis Kitchen, el director de Kitchen Sink-. Ambos estaban siendo acosados por los fans. Cuando se produjo un momento de cierta calma. Kane apareció a través de la cortina que dividía ambos stands e insistió en que Will y él se fueran a tomar unas copas cuando la convención cerrara las puertas, recuerdo que cerraban a las 5 de la tarde. Will asintió con la cabeza. Antes de que Will se marchara con Bob a las 5:00, me susurró al oído, “¡Voy a recibir una llamada muy importante a las 5:15!”

“Un cuarto de hora después, fui obedientemente a aquel bar situado cerca de la convención –continúa contando Kitchen-. Pedí mil disculpas por interrumpirles y le dije a Will que le habían hecho una llamada muy urgente y que tenía que volver de inmediato al hotel. Le dio la mano a Kane y se fue. “Sólo puedo soportar a ese tipo quince minutos”, esa fue la explicación que me dio Will cuando ya estábamos fuera.”

(…) Una de las primeras personas a las que Eisner contrató fue a su compinche del instituto y reconocido Don Juan: Bob Kane.

-He de confesar que lo hice encantado –afirma Eisner-. Trabajó para mí poco tiempo antes de crear Batman para Detective Comics.

El primer cómic que Kane realizó para Eisner & Iger fue Peter Pupp. Se trataba de un plagio descarado de unos nuevos personajes: unos animales que habían sido inventados por un creador de dibujos animados llamado Walt Disney.

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Página de Peter Pupp, publicada en Jumbo Comics en 1938


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Respecto a esta última apreciación, el propio Kane afirmaría en el libro Batman & Me (Eclipse, 1989), co-escrito con Tom Andrae: «Yo solía copiar a todas horas la tira de periódico de Mickey Mouse de Floyd Gottfredson, y mi mejor serie para Eisner-Iger a finales de los años ’30 la hice en una especie de estilo Dysney. Se llamaba Peter Pupp«.