Durante el pasado Salón del Cómic y manga de Getxo asistimos a una charla moderada por Borja Crespo y Koldo Azpitarte con Antonio Altarriba, Rubén Pellejero y Paco Roca como invitados donde se hablo mucho sobre la novela gráfica y el nuevo público que se acerca hoy día al cómic. Aquí dejamos la transcripción de la misma.
Koldo Azpitarte: La primera pregunta, aunque un poquito tópica, es cómo veis vosotros la actual situación de la historieta con la irrupción del fenómeno de la novela gráfica como una forma de contar historias para un público adulto y con un formato y unos objetivos claramente diferenciados de los que había hace un par de décadas. Cómo lo veis vosotros y cómo os está afectando, cómo está alterando vuestra forma de afrontar el cómic.
Paco Roca: La verdad es que lo de la novela gráfica es un concepto como bastante abstracto. Pero en cierta forma, al menos como yo lo entiendo, para mí significa la libertad absoluta. Yo creo que muchas veces… o hasta ahora, el cómic casi de concepto, incluso para el autor, tenía como un límite. O bien era la aventura, o bien eran las entregas, o bien era ese formato de 46 páginas. Y ahorra con este concepto de la novela gráfica yo creo que es como la libertad absoluta para el autor, puedes contar cualquier cosa. Yo creo que este poder contar cualquier cosa también nos ha abierto los ojos a todos los autores de que no hay que ceñirse tampoco a lo que hemos estado hablando hasta ahora, o no hay que ceñirse a que tiene que tener 46 páginas, y tiene que tener un personaje que continúe, con lo cual hay que mantener siempre una trama o algo así. No, yo creo que de repente es como que te has dado cuenta de que se ha abierto todo un mundo, todo un mundo en el que puedes hacer lo que quieras. Y además la novela gráfica yo creo que sería como una etiqueta un poco extraña, yo creo que simplemente es una nueva época para el cómic en la que puedes hablar de cualquier cosa. Desde este punto de vista, a mí me sirve para eso, para poder afrontar cada proyecto como empezando desde cero, como olvidándote de todo lo que has hecho hasta ahora, todo lo que se ha hecho, e intentar buscar nuevos caminos en ese universo que se nos ha abierto lleno de posibilidades diferentes.
Antonio Altarriba: Sí, yo creo que en este debate de si la novela gráfica es algo más que una etiqueta, algo más que una fórmula de marketing promocional, si es un tebeo gordo rebautizado con un nombre rimbombante… Yo creo que al final, y después de haber oído muchos argumentos de un lado y de otro, yo creo que la novela gráfica es algo más que un formato. Por una parte es lo que dice Paco. Como formato es la posibilidad de plantearte historias de largo alcance, con temáticas la mar de diversas, pero por otro lado, lo queramos o no, es la fórmula que está permitiendo un mayor acceso a un público y a unos sectores de distribución que hasta ahora habían estado cerrados. Yo creo que una de las bazas que tiene que jugar el cómic es ir más allá de lo que es el público tradicional o habitual del cómic, conquistar otros lectores, y para ello, pues bueno, tiene que aparecer, como empieza a aparecer ya en las páginas de periódicos, de suplementos, en los espacios culturales de televisión, de radio… Y parece que ser que esto de la novela gráfica facilita un poco este acceso, que está apoyado por una serie de obras que, por una vez en mucho tiempo, se están consolidando. Paco Roca publica en 2007 Arrugas, y estamos en 2010 y Arrugas es todavía un libro vivo y funcionando. Antes era muy raro que una novela gráfica, un álbum, como quiera que se llame, se mantuviera en el mercado más allá de los 3, 6 meses, que es la vida del lanzamiento como novedad. Es el caso de Arrugas, pero luego, en el ámbito de lo que conocemos como novela gráfica, el Maus ya lleva como 15 años, y sigue funcionando. Persépolis, Epiléptico… Es esta fórmula de la novela gráfica la que, por primera vez, parece que va asentando el cómic como un sistema cultural normalizado, que tiene sus clásicos, que tiene sus novedades, que tiene sus referencias básica, y eso es muy importante no solamente para tener unas referencias, sino para la propia supervivencia de los autores. Si las generaciones de dibujantes y de guionistas han ido desapareciendo hasta cierto punto… A mi izquierda está Rubén, que como yo, creo que somos supervivientes de unos años 80 en donde nos iniciamos en el mundo del cómic, pero de aquel grupo de compañeros, que éramos muchos, si tú ves la nómina de los que están ahora, no hay muchos. Y eso es debido a esta velocidad de consumo, a este asentamiento del medio únicamente en la novedad y en la moda. Y por eso me parece que sí, que [la novela gráfica] es importante y que de alguna forma sí que marca un antes y un después en la evolución del cómic contemporáneo. No sé qué pensará Rubén.
Rubén Pellejero: La verdad es que estoy de acuerdo con lo que ha dicho Paco y con lo que has dicho tú, has resumido muy bien lo que es la novela gráfica. Para mí, bienvenido sea el apellido novela gráfica o como la queráis llamar. Pienso que es importantísimo para la historieta en sí. En cuanto a mí como autor, que provengo de un formato podemos decir que europeo, pienso que la novela gráfica lo que aporta sobre todo, a mi modo de entender, es una libertad que por lo general los formatos más tradicionales no dan. No tan solo de formato, sino que la temática está mucho más abierta que los géneros habituales. Y también el planteamiento del propio autor. Si antes nos planteábamos siempre intentar hacer una obra con 64 páginas, a todo color, y en ello ponías sangre y sudor y lágrimas para conseguirlo, ahora creo que es como mucho más directo. Es algo que proviene de la propia obra del autor, es un medio más directo de conectar con el público. Porque nos apartamos un poco de esta presión tan profesional que antes había en la historieta. Siempre la habrá, ¿no? Yo recuerdo… hablamos de novela gráfica, pero tenemos el ejemplo en Francia a L’Association, que ya hace tiempo publicaba en formato de novela gráfica. Para mí, bienvenido sea. Es un nuevo objetivo para la historieta que nos permite acercarnos a un público diferente que conoce otro modo de expresarse de la historieta además del tradicional.
Borja Crespo: Ya que estamos en un salón del cómic me gustaría que comentarais si habéis notado, a la hora de conocer a esos aficionados que os leen, si son gente nueva, público que se ha recuperado como lector. Que me contarais un poco eso y qué tipo de gente creéis que os lee a cada uno.
Paco Roca: La verdad es que yo sí, yo sí que he notado que el público ha ido cambiando. Desde las primeras cosas que empecé a hacer, que eran quizá más de género, como El juego lúgubre, que era una historia de terror, hasta Arrugas, sí que notas que tu público va cambiando, que empieza a ser un público más de todo tipo. Deja de ser ese público que únicamente leía cómics y, por ejemplo con Arrugas, empiezas a tener los dos mundos, gente que jamás había comprado un cómic y que se ha comprado ese porque el tema le interesa. Lo que me hace mucha ilusión. Pensar que da igual el formato, da igual que sea una obra de teatro, una película, un libro o un cómic, si el tema te interesa da igual. El público tiene que estar abierto a leer cualquier tipo de formato. Yo sí que lo voy notando, cómo ese público va cambiando. Yo creo que es un poco el camino que está llevando el cómic. Creo que cada vez estamos más abiertos a todo tipo de público. Por muchos motivos. El premio nacional es uno. La difusión que está teniendo el cómic fuera del medio por la prensa, por todo este tipo de cosas. Además yo creo que el cómic simplemente es darle una oportunidad, porque ahora es tan amplio, todos los temas que toca el cómic, que yo creo que cualquier lector, si está bien aconsejado, seguro que encuentra una lectura que le guste. Sí lo noto, el público va cambiando y se va haciendo cada vez más amplio en todo tipo y en género también, porque al principio únicamente firmaba a hombres, y la verdad es que es bonito ver cómo cada vez hay más mujeres lectoras de cómic.
Antonio Altarriba: El cómic es un medio expresivo extraordinariamente rico y yo creo que todavía, en gran medida, por explorar. La base es muy sencilla, juntar palabras e imágenes para contar historias, pero en esa mezcla se pueden materializar una cantidad de recursos y de posibilidades muy amplias. Y esa es una baza que hasta ahora no sé si no la habíamos explotado, o no la habíamos sabido vender, o no la habíamos sabido difundir. Yo, por primera vez en mucho tiempo… Yo trabajo aquí, en la UPV, en la universidad, y trabajo en esto del cómic desde hace un montón de tiempo. Hice una tesis ya hace 30 años sobre el tema y nunca hasta ahora había recibido como estoy recibiendo solicitud de bibliotecas de otras universidades para que les pase una lista básica de títulos de cómic, porque parece ser que “esto está muy bien, esto es muy atractivo”, me dicen. “Es que claro, tienes una buena historia, tienes además la expresividad de la fisionomía, el trazo, la plasticidad, la puesta en escena del cine… es que, incluso, es más rico que una novela”. No quiero entrar en ese debate de que si la novela gráfica o la novela literaria es mejor vehículo para contar una historia. En cualquier caso, de lo que no cabe duda es de que tenemos una base para contar historias excelente y que por primera vez en el tiempo que llevo, estoy viendo que se está incorporando gente nueva con creciente curiosidad. El caso que comentaba Paco suyo de Arrugas fue evidente. Yo creo que ese fue un libro que ganó muchos lectores que no conocían el cómic para el cómic. Porque los que leyeron Arrugas de Paco Roca, que estaban distanciados del cómic, es probable que una parte de ese público luego haya permanecido un poco mirando de reojo, “oye, pues parece que hay otro cómic como este… a ver si encuentro…”. Siguiendo un poco mi anterior intervención, yo creo que esa es la vía a seguir. Conquistar ese nuevo público conscientes de que tenemos el mejor de los instrumentos, que es una forma de expresión variadísima, riquísima y, como digo, que ha de dar sorpresas. Aquí, a mi izquierda y mi derecha tengo a autores que están trabajando ya muy bien desde hace tiempo, pero yo estoy convencido de que en los años por venir, tanto ellos como otros autores, van a dar más sorpresas. Es un medio que tiene ya mucha tradición, pero en ese sentido, no me quiero pasar de optimista, pero yo lo veo como un poco emergiendo y abriéndose hacia nuevos públicos. En ese sentido soy optimista.
[Esta intervención de Rubén pellejero es inaudible en nuestra grabación]
Koldo Azpitarte: Yo creo que tal vez el cómic ha pasado de ser un producto de consumo masivo, como fue hasta los años 60 o 70, primero infantil, consumo masivo infantil, y luego en los años 80, consumo masivo para adultos, ha pasado de eso a la nada, y ahora se está redescubriendo como lo que le faltaba por ser todavía, que es una expresión artística. Yo creo que la novela gráfica está produciendo un interés de nuevo en la gente por la historieta como algo con vocación no tanto de producto como de creación artística. Desde ese punto de vista yo creo que sí que se ha abierto a un nuevo público. A nivel de narrador, a nivel de contar historias, ¿vosotros veis algún tipo de constricción en el tamaño, por ejemplo, en el formato? Yo creo que es una de las cosas que obligan a narrar de una forma diferente y tal vez es algo que ahora mismo se está transformando en una pequeña rémora, el hecho de que el formato también esté transformándose en el fondo. Lo que parece que inicialmente era quitarse de encima que fuesen 24 o 48 páginas a un tamaño, ahora parece que es que todo tiene que ser de este tamaño. No sé, ¿cómo lo veis?
Paco Roca: Estoy de acuerdo contigo, yo creo que, volviendo también a lo del principio, para un creador “novela gráfica”, entendiéndola como un momento, yo creo que sería algo así como la pintura y el arte moderno. Es decir, hasta cierto momento la pintura tiene que cumplir una serie de normas, una serie de estándares para ser considerada una buena pintura. Ser academicista, cumplir ciertos requisitos, se había pintado así hasta ese momento. Y con el arte moderno de repente se rompen todas las normas y aparece el cubismo, aparece el impresionismo, y digamos que todo vale y cambian todos los formatos. Yo creo que eso es para mí la novela gráfica. Es como un momento, como el arte moderno en la pintura. En el que tú puedes hacer lo que quieras. Ni siquiera hay limitaciones para el autor, yo creo que incluso hasta el momento, el autor siempre ha pensado que era autor de cómic y eso parece que le limitaba a la hora de crear. “Bueno, no voy a meterme en estos temas, porque al fin y al cabo lo que estoy haciendo es un cómic”. Yo creo que muchas veces hasta los autores mismos se estaban limitando la posibilidad de hacer cosas más… no sé… con más profundidad, digamos. Y lo que decía Koldo del formato, también, yo creo que habíamos conseguido un poco la novedad de que la novela gráfica tenía que romper ese formato, ya no teníamos que ir al tamaño de álbum francés, ya no tenían que ser 46 páginas… Y de repente estamos cayendo, por lo menos en España, en otra norma, que es que tiene que ser este tamaño, el tamaño de un libro, que parece que está funcionando muy bien dentro de los lectores porque les suena más a un libro. Pero estamos perdiendo esa libertad, que sin embargo en otros países… Por ejemplo, Chris Ware, cada álbum que hace tiene un formato diferente. O Daniel Clowes. En cada ocasión el formato está en función de lo que quieres contar. Yo creo que el cómic es de los pocos medios en los que todo forma parte de la historia, el continente y el contenido. El tamaño del álbum también te está diciendo algo sobre él, ¿no? Si es un tamaño grande te está comunicando ciertas cosas. Puede ser más espectacular para contar determinadas historias. Si es apaisado la lectura es diferente. Si es cuadrado, o si es tapa blanda, tapa dura, las tintas que utilices… Todo eso yo creo que únicamente pasa en el cómic. Bueno, quizás también en el libro infantil, tanto en el libro infantil como en el cómic, todo forma parte de la historia que están contando. Y al final estamos, por lo menos creo que en España, estamos acabando otra vez en otra norma, que es que todos tienen que tener este formato. Que bueno, como estamos diciendo, para conseguir nuevos lectores está bien, pero creo que también hay que romper un poco ese tipo de tamaño.
Antonio Altarriba: Tiene además un problema, hace unos días lo hablaba con Berenguer, editor de La Cúpula, que decía que le llegaban a la editorial autores con historias de 12, de 20, de 30 páginas, y les decía, “pues está muy bien, me gusta, pero hasta que no me traigas más de 80 o 90, no te puedo publicar”. Porque claro, la generalización de este formato y la desaparición de las revistas ha creado un vacío que es importante, que es ese vacío de los… porque claro, alguien que está iniciándose en el mundo del cómic, es muy difícil que ya, de entrada, se lance a una historia de 150 páginas y que no le tiemble el pulso a lo largo de esas 150 páginas y que haga una obra redonda y ya perfectamente publicable. La ventaja que tenían los antiguos formatos, y sobre todo el formato de la revista, es que permitía introducir historias de 4 páginas, de 6, hacer pruebas, “a este lo publico a ver qué tal funciona”, decían o se planteaban los editores, “porque al fin y al cabo solo me cuesta las 6 páginas de la revista, que además la tengo que ir rellenando”… Y además de eso, como Rubén y Paco, porque tú también lo viviste, pues era un terreno de aprendizaje. Hoy en día eso ha desaparecido. Ya de entrada, con 20 años, hay algunos a lo que además no les sale mal, autores y autoras, Clara Tanit-Arqué por ejemplo, que es una chica muy joven y acaba de sacar una novela gráfica que está muy bien, ¿Quién ama a las fresas? Pero claro, es un caso muy excepcional. Entonces sí, tiene por un lado la ventaja… Yo por ejemplo, como he contado, que llevo mucho tiempo en esto del cómic y que me inicié en esos otros formatos, en los 80 yo no habría podido escribir El arte de volar como guion. Bueno, no estaba ni en la onda ni en las condiciones ni en la situación, pero es que yo creo que ni siquiera a ninguno de los que estábamos por allí se nos habría ocurrido hacer una historia de 200 páginas. Estábamos con otros clichés. Tampoco hay que pensar que antes, o que en esos momentos no hubiera creatividad o que no se estuvieran haciendo cosas estupendas. En buena medida, los recursos que estamos utilizando, incluso muchas de las reivindicaciones, pues tenemos toda una tradición detrás de autores que han ido fraguando, que han ido aportando cosas. La reivindicación de los derechos de autor, la consideración como un arte y todo eso, es una reivindicación que ya lleva unos cuantos años circulando. Pero bueno, ese es el panorama. Quizá la matización que hacía Paco, “Bueno, esto ocurre aquí en España”… Tenemos un mercado y una industria mediana-baja, pequeñita, que igual tiende mucho a ir a las fórmulas de éxito. “Ahora, como parece que esto funciona, todos nos apuntamos a esto”. Igual cuando este boom de la novela gráfica repose, existan todo tipo de formatos, y por qué no, la revista, como antología o recopilación de distintas firmas en torno a una línea editorial, o en torno a un estilo de humor, de aventura, o de otro tipo de género. Creo que estamos en un momento en que igual nos deslumbran mucho estas nuevas conquistas, esta nueva consideración del público, esta nueva consideración cultural, y estamos demasiado arremolinados en torno a este fenómeno de la novela gráfica. Quizá dentro de unos años, cuando todo esto se serene, cuando el mercado además se vaya decantando y diversificando más en sus gustos, quizá pues ocurrirá esto que dice paco de que pueda haber distintas opciones. Pero es que yo tengo ahora una historia estupenda pero que tiene 20 páginas y la quiero sacar en formato gigante porque le va bien a la historia, y eso también odiera tener calidad. De momento estamos en esta fase que tiene fundamentalmente ventajas, pero que sobre todo para el que está intentando introducirse en el mundo del cómic, el dibujante o el guionista novel, tiene sus problemas, porque ya tiene que… Su primer tiro tiene que ser un bombazo. Y la primera vez que tiras igual tiras con tu balita y no das en el blanco. Es la otra cara del fenómeno de la novela gráfica.
Rubén Pellejero: Yo añadiría algo que he comentado al principio del aspecto creativo de la novela gráfica. De hecho hay una cosa que yo creo que no deberíamos olvidar. Que si bien a mi entender ha favorecido el poder narrar historias con carácter más personal o más alejadas del género, sí que recordaría que el cómic tiene un componente además de literario, artístico. Y pienso que el formato de novela gráfica, salvo excepciones, va un poco en contra de este componente artístico, por el formato en sí. Porque en el cómic hay muchas épocas, y a nivel literario el cómic ha pasado por momentos más álgidos y momentos más bajos. Pero sí que en el autor, en mi caso como dibujante, como ilustrador, digamos, hay una búsqueda. Y es verdad que el formato de cómic mayor, el formato del cómic francés, por ejemplo, dio en los años 70 y 80 muchas libertad creativa en ese aspecto. Muchos autores desarrollaron su gran potencial en ese formato. Y el formato de la novela gráfica, a mi entender, es positivo por el lado de que puedes narrar historias largas de todo tipo, libertad creativa, y por otro lado puede afectar, si nos ceñimos a un solo formato, a esta experimentación gráfica que a veces queda un poco encorsetada por el formato. Pienso que, como comentaba Paco, sería conveniente no olvidarnos de que tendríamos que ir a otras cosas. O que está muy bien la novela gráfica, tiene su lugar, pero que tienen que existir otros formatos que tienen su lugar. Y no quiere decir que en otros formatos no haya historias interesantes y no puedas contar lo que quieras.
Antonio Altarriba: Al hilo de esto que dice Rubén, y también por reivindicar lo que se hizo en los 70 y en los 80, es cierto que los formatos que entonces eran habituales, que eran mucho más cortos, no permitían contar historias de tantas páginas, pero sí en formato pequeño, desde el punto de vista estilístico y de alguna forma narrativo, del estilo, de la estética, del grafismo, fue una época muy experimental. Y por ejemplo, la novela gráfica, normalmente, yo lo que veo es que al tener que colocar el dibujo al servicio de una narración de largo aliento, “es que aquí los personajes tienen que estar claramente dibujados, identificables, etc.”… esas partes de búsquedas gráficas, de juegos con la secuencialización, etc., que en 4 o 6 páginas te lo podías permitir, en una historia más larga… hmmm… si nos ponemos aquí a proyectar imágenes o a hacer muestras de quién ha llevado más lejos las posibilidades expresivas del medio desde ese punto de vista, yo creo que el duelo no quedaría nada claro, porque hubo en aquella época, algunos, como digo, todavía sobreviven, gente que llegó muy lejos en las búsquedas formales dentro del medio. Hasta los límites mismos del medio. Y en este sentido proporciona bastante libertad pero dentro de un esquema relativamente clásico. Es verdad que hay un Chris Ware, por ejemplo, pero es verdad que hay una tendencia, yo diría, a un estilo gráfico claro, básicamente narrativo y desde el punto de vista de la investigación y de la experimentación con formas, colores, secuencias, etc., menos arriesgados de lo que había en aquella época en que los formatos pequeños de 4, 6 páginas, o de un álbum de 40 páginas, igual podían encajar.
Borja Crespo: Me gustaría que hablarais de cómo veis los mercados de fuera en relación con lo que pueda haber aquí.
Rubén Pellejero: Mi propia evolución me ha llevado al mercado francés, con El silencio de Malka en su momento. Después, el mercado francés me ha proporcionado el poderme mantener en el cómic. No es fácil estar durante años como en mi caso con un planteamiento profesional. En este país era imposible, y el mercado francés me dio esa oportunidad, porque todo en su conjunto da una tranquilidad que para el creador a veces también es deseable, no siempre tenemos que estar luchando contra corriente para que nos publiquen y para que nos saquen un libro. La sensación de decir, “bueno, estoy haciendo un álbum y puedo hacer otro el año que viene”, esto ya sé que para mucho no tiene sentido… para mí lo ha tenido, porque yo he apostado mucho particularmente en el dibujo en sí. Más que como autor global, porque siempre he trabajado con otros guionistas. Pero este esfuerzo personal para mantenerme en el dibujo, tan solo me lo ha proporcionado el mercado francés. En ese aspecto sí que lo encuentro a imitar.
Antonio Altarriba: Yo no tengo la experiencia personal que puedan tener Rubén o Paco como autores publicados en otros mercados, pero sí que por afición y por tradición estoy muy vinculado al mercado francés y al mercado europeo y lo que sí os puedo decir es que últimamente se mira con mayor interés lo que se está haciendo aquí, en España. Me lo confirmaban también compañeros, gente de la edición que va a Frankfurt, que va a Angulema, que va a San Diego, a los grandes salones internacionales a vender y a comprar derechos y desde otras editoriales antes España prácticamente no existía, no había ningún interés más que para vender, es decir, para exportarnos su material, pero no para importar nada de lo nuestro. Y eso, según parece, y se nota un poco en el ambiente, yo creo… Bueno, yo estaba hace poco por Francia y… “coño, si está Rubén ahí puesto… si está Gallardo… si está Paco… si está Javier de Isusi…” Está Blacksad, está Ana Miralles… Por lo menos en el mercado europeo que yo conozco más, y sé que aunque sea trabajando para editoriales norteamericanas, cada vez hay más nombre españoles funcionando internacionalmente, y eso que en esto de trabajar para agencias y para editoriales extranjeras siempre hemos dado mucho de sí. Pero no sé, me parece que sí, que hay un nuevo interés en ese aspecto. Vamos a ver si se consolida.
Paco Roca: Yo creo que a nivel de autores, España está a un nivel altísimo, igual que Francia. Ana Miralles, Guarnido, Pellejero… no sé, el Ken Games, que el otro día vi que estaba allí bien colocado… Hay una cantidad de autores… Y en Estados Unidos Larroca, Pasqual, Pacheco… hay infinidad de autores que están trabajando para todas partes del mundo. Incluso, lo que me parece mejor de todo, son autores que han publicado primero en España y que estas obras se publican fuera, como en el caso de Gallardo, o como en el caso de La pipa de Marcos. Yo creo que está empezando a cambiar, hasta ahora los autores tenían que emigrar. También porque Francia y Estados Unidos tienen más lectores. En Francia, por ejemplo, la serie XIII vende medio millón de ejemplares. En España no hay nada que venda… bueno, algún libro de literatura sí que vende esas cantidades, pero en cómic no hay nada. Y esas cosas son las que hacen industria y hacen que las editoriales puedan pagar unos adelantos mucho más grandes que los que puedan pagar las editoriales españolas. El problema yo creo que es que nos faltan lectores, pero autores hay muchísimos, y poco a poco creo que se va creando esa industria y esas ventas fuera de España que hacen que si tú estás en España tal vez no tienes muchos lectores, pero puedes producir un álbum y venderlo en Francia, y en Francia con esas ventas puedes empezar a cobrar más. Yo creo que todo poco a poco está cambiando. Soy muy optimista con cómo estamos en España, con cómo se está apostando por el cómic, y se están haciendo cosas muy interesantes.
Koldo Azpitarte: ¿Qué es lo que os gustaría hacer en un proyecto futuro? No el proyecto en sí, sino a qué os gustaría llegar, cuál es vuestra aspiración, qué os gustaría conseguir.
Paco Roca: A mí me gustaría hacer una especie de Código da Vinci, por ejemplo [Risas]. O un disco. El problema de los dibujantes de cómic es que no te puedes relajar. Bueno, igual Bilal, Moebius, gente así… Pero me gustaría llegar a ese punto en que haces un best-seller y luego puedes estar como cinco años tranquilamente en una hamaca en Hawai pensando en el siguiente proyecto… Vivir del cuento, a mí me gustaría vivir del cuento durante un tiempo [Risas]. Que el éxito de un libro fuese tan grande que pudiese permitirte hacer lo que hacen las estrellas del rock. Tener groupies también me gustaría [Risas], bueno, pero que tuvieses un tiempo para relajarse, y no que fuese como que “vale, esto ya está, pues a por el siguiente”. Y no tener tiempo para pensar. O para no hacer nada. Ese es mi sueño.
Antonio Altarriba: Ehhh… No está mal… [Risas]
Borja Crespo: Una casa con piscina en forma de lapicero… [Risas]
Paco Roca: Ese tipo de cosas. Vivir una temporada en la mansión Playboy… No sé… ¿Es tanto pedir? [Risas]
Borja Crespo: Yo añadiría a esa pregunta si el peso de los premios os afecta a la hora de afrontar la siguiente obra.
Antonio Altarriba: No. Yo estoy en estos momentos… bueno, un poco a trompicones ahora, pero preparando un nuevo guión. No sé, claro, yo es que llevo mucho tiempo en esto, no me condiciona especialmente. Yo sé que El arte de volar es una obra muy especial, con unos contenidos muy concretos, con unas claves muy especiales… Ahora estoy preparando una cosa totalmente distinta, me apetecía, muy fantasiosa, más bien en clave de humor, muy disparatada… y que seguramente volverán a venderse 200 ejemplares, que era más o menos mi promedio de ventas. Pero bueno, no pasa nada. Yo no llego ni siquiera a pedir tanto como Paco, a mí con que la siguiente vez que vaya a una editorial no salgan corriendo “¡que viene Altarriba, que viene Altarriba!” [Risas], me conformo.
Rubén Pellejero: Me he quedado sin palabras… [Risas] …con el sueño dorado de Paco como autor… Siempre tendré este deseo de lo que me gustaría hacer, creo que esto es bueno. Si no, estaría agotado, acabado. Y a mí me gustaría hacer una novela gráfica. Una novela gráfica con un planteamiento ya de entrada… no podemos hablar de canon pero sí un poco en esa idea. Una historia larga, un aspecto gráfico más reposado, digamos. Es un deseo a nivel de cómic que tengo…
Antonio Altarriba: ¿Tienes guionista? [Risas]
Rubén Pellejero: Podríamos hablarlo. [Risas]