Entrevista con Ana Miralles y Emilio Ruiz y adelanto de Wáluk

La semana que viene, Astiberri pone a la venta Wáluk, un cómic con guión de Emilio Ruiz y dibujo de Ana Miralles. A continuación ofrecemos un adelanto con las 12 primeras páginas de la obra y una entrevista que sus autores tuvieron a bien concedernos.



Este es el sexto libro que realizáis juntos, con lo que puedo suponer que habéis establecido una buena dinámica de trabajo, ¿no? ¿Cómo de independientes o de entrelazadas están vuestras respectivas labores como guionista y dibujante?

Ana: En la práctica es muy sencillo, cada uno se circunscribe a lo que mejor sabe hacer pero el contacto y el intercambio de ideas es constante. Lo que más nos interesa es el resultado final. Por ejemplo, mientras doy color, si hay dudas, analizamos juntos qué resultado nos parece mejor.

Emilio: Trabajamos juntos como un equipo pero cada uno tiene su propio proceso creativo. Vivimos, experimentamos, intercambiamos ideas, nos ilusionamos con un proyecto y lo hacemos libremente, sin cortapisas. Cada uno aporta lo que sabe hacer mejor pero nuestra actividad creativa, en muchos aspectos, trasciende a las labores propias de los oficios, tales como dibujante o guionista.

A diferencia de obras previas, vuestro anterior trabajo publicado en España, De mano en mano, tenía una claro tono de denuncia social, y en Wáluk en cierto modo volvéis a comprometeros con otro de los problemas de nuestros días, el impacto medioambiental generado por el hombre. ¿Por qué?

Ana: Las cosas no se hacen siguiendo un programa planeado de antemano, aunque cuando lo ves con perspectiva asi pueda parecer. Esta historia ha salido del corazón, y llevaba mucho tiempo esperando su momento. Aunque la temática es diferente, tiene una linea en la que yo me reconozco.

Emilio: Son los temas que tienen atractivo para nosotros. Se puede tratar un tema intrascendente, trivial, pero a condición de que sea una excusa para adentrarte en un tema de calado, universal. Cuando se empieza, se está uno más preocupado por ser original y rompedor sin valorar realmente de qué se habla. Se pone mucho enfasis en guiones caprichosos, peregrinos que por muy originales que sean, no llegan a cuajar. Se pierde mucho tiempo averiguando esto, es una pena.

No sé hasta que punto habéis os planteado Wáluk como una obra didáctica, pero si lo habéis hecho, ¿teníais algún público específico como objetivo en vuestra cabeza?

Ana: La verdad es que no. La historia tiene vocación de cuento y así llegar a todo el mundo.

Emilio: Esto es lo de siempre, por ejemplo: aprovechando que cuento una historia de locos, voy a decir en boca de mis personajes todo aquello que pienso de la sociedad, la religión, la politica… Con la obra para niños ha ocurrido algo parecido, en unos más que otros, como se puede constatar en infinidad de autores como Carrol, Andersen, Swift, Wilde, C.S. Lewis, etc.

Ana: Finalmente no creemos que haya un público específico sino enfoques diferentes que predisponen mejor a la lectura. Muchos leemos mejor una revista del corazón si está en manos ajenas, nos resulta más atractiva. Quizá parte de su éxito se deba a eso.



¿Por qué decidisteis que vuestra historia estuviera protagonizada por osos? No es algo muy frecuente hoy en día.

Emilio: No tengo ni idea, la verdad. Supongo que se debe a nuestra afición a las fábulas y al reto por crear animales humanizados, algo que hacemos continuamente con nuestras mascotas, y no solo nosotros. Tendemos a ver gestualidad humana en sus pautas de comportamiento y eso nos hace también más receptivos a su suerte. Hace unas semanas leía una novela histórica sobre las cruzadas y sentía con más fuerza el destino adverso de los animales que el de las personas. Es como si los animales fueran a nuestros ojos más inocentes. Parece que encajan mejor su destino adverso, sus fatalidades y eso nos enternece. En definitiva creo que es un recurso que se utiliza desde la antigüedad, también porque cada animal obedecía a un simbolismo que evitaba dar demasiadas explicaciones sobre sus cualidades.

Ana: Y porque los osos son adorables y temibles. Una mezcla bastante humana. A mí siempre me ha gustado dibujar animales. En Wáluk tuve un periodo de reflexión sobre qué estilo escoger. Dudaba entre un estilo más esquemático u otro más realista, finalmente me decidí por el realismo que es donde me siento más a gusto.

Vuestro libro nos ha traído a la memoria autores como Ruyard Kipling –el nombre de vuestro protagonista parece un guiño- o Jack London, y películas como, obviamente, El oso. ¿Han sido estos y otros autores inspiración para Wáluk?

Emilio: Dicen los filósofos que la imaginación es una suerte de memoria desordenada, caótica, que aflora sin saber muy bien de dónde. No obedece a un patrón cronológico y poner las notas de su lectura sería un ovillo de referencias enmarañadas. Lo que es evidente que los universos imaginados son reflejos de nuestras vivencias y estados de semiconsciencia.

Ana: Yo conocí esas lecturas de adolescente. Es lo que se leía, menos El oso que lo conocimos después del éxito de la película y posteriormente ilustré el libro de Curwood para la editorial Bromera (El rei des óssos, 1992.)

En términos de guión, ¿qué dificultades habéis encontrado al tener como protagonistas a dos osos? ¿Qué tal es escribir diálogos para animales? ¿Cómo se documenta uno para esto?

Ana: Es tremendamente sencillo: Eres un oso, un animal troquelado al que el libre albedrío no le atosiga tanto como a las personas. Merodeas por la tundra y tienes mucha hambre (como suele ser habitual). Vas completamente aturdido por una variedad infinita de olores que ocupan el 90 % de tu cerebro. Te pica la piel bajo el pelo porque estás comido de parásitos y te apetece revolcarte en la nieve limpia… En ese momento ¿qué le dirías a otro oso con el que te tropezaras?

Emilio: Traté de trasladar unas líneas maestras de la cultura inuit y su devoción por los osos al mundo imaginario. Un híbrido entre oso y humano que disfrutaba de su propia mitología a la que invocar. El resultado era que hablaban de nosotros como animales “enemigos” y peligrosos, aunque jamás se olvidan de que son osos y nos consideran dignas piezas de caza por la calidad de nuestra carne con poca grasa pero sabrosa.



Y a nivel de dibujo también me interesa saber cómo se plantea uno hacer un cómic donde el protagonista es un oso blanco sobre el blanco de la nieve. ¿Ha sido un desafío gratificante? ¿Qué hay del tema de la documentación en el caso del dibujo?

Ana: No ha sido fácil. Al menos no tanto como yo creía… Hacer una historia de osos polares en el polo era una vieja idea que nació de la voluntad de hacer una historieta de motivo blanco sobre fondo blanco. Poco trabajo, mucha expresividad, creía yo. Hace años descubrí una historieta del genial Beà que narraba la aventura de un tipo perdido en una tormenta de nieve. Era una sucesión de viñetas blancas y negras con sus pensamientos. Yo quería hacer algo asi, minimalista, pero al final lo he complicado todo. Para empezar, los osos no son blancos, sino vainilla, y encima, no hay una escena de tormenta en la que haya podido hacer un homenaje a aquella primera idea. Qué le vamos a hacer, tiene que haber de todo, como decía aquel.

Teniendo en cuenta la buena relación de Ana con el mercado francés y el hecho de que vuestra anterior obra fue producida también para Francia, nos sorprende un poco encontrar que este nuevo trabajo se gesta como producción nacional. ¿Cómo surgió esta oportunidad? ¿Tenéis idea de exportar el producto?

Emilio: Tampoco conocíamos muchas editoriales extranjeras para Wáluk aunque finalmente Delcourt lo publica en noviembre en su colección Jeunesse. Tampoco es de extrañar el trabajar en España. Vivimos aquí, tenemos buenos amigos y qué mejor que trabajar así. La amistad y la confianza son buenas compañeras de los negocios.

Ana: Hacía mucho que no publicábamos algo directamente en España, el mercado se crea entre todos, aportando cada uno lo que puede.

Como autores de cómic ya veteranos, ¿cómo veis el panorama actual del cómic en España?

Emilio: En cuanto a las publicaciones, los aficionados, la cultura del cómic en general, es todo envidiable. En lo que se refiere a las condiciones de los autores, creo que no ha cambiado excesivamente. Hace 20 años, el objetivo era salir fuera. Eso creo que no ha cambiado. Lo que es una suerte es que nuestras editoriales venden sus derechos, no solo compran, y realmente sus catálogos son apreciados dentro del mercado de derechos, lo que abre la esperanza de vivir del cómic en tu propio país sin necesidad de emigrar. Aunque me temo que también los autores tenemos que cambiar nuestra mentalidad y ofrecer temáticas y estilos más al gusto de los lectores de varios países. Ser original pero universal, ese es el reto.

Ana: Estoy de acuerdo, es difícil, con las ventas que tenemos aquí, que un autor viva del cómic exclusivamente. Es un objetivo a cumplir.

¿Hay planes conjuntos para el futuro?

Emilio: Ahora estamos embarcados en una nueva serie que arranca con 4 tomos titulada Muraqqa. El primero saldrá en noviembre. Es una historia realista que transcurre en la India del siglo XVII.

Ana: Es la historia de una pintora que acude a la corte del emperador Jahangir a trabajar en el harém, realizando retratos a las damas para confeccionar un libro de prestigio hecho de láminas originales, un libro de los que en esa cultura llamaban Muraqqa’.

Emilio: Es una excusa para retratar un mundo perdido, desvanecido del que quedan multitud de vestigios en los que se confunden realidad con fantasía, dado que nadie que haya vivido en un harén de aquellos nos ha contado lo que realmente ocurría tras sus muros.

Ana: Es un trabajo de reconstrucción de un mundo perdido que ha alimentado como ninguno la fantasía desbocada de occidente.