El año de los 4 emperadores (Marcos Prior)

El año de los 4 emperadores (Marcos Prior). Diábolo, 2012. Rústica. 13×18 cm. Color y B/N. 112 págs. 11,95 €

Yo no conocía a Marcos Prior más que por el nombre —no, no he leído aún Fagocitosis— hasta que cayó en mis manos El año de los 4 emperadores, un cómic editado recientemente por Diábolo con el que Prior, sin hacer ruido, sin armar jaleo, se ha colado entre lo mejor que se ha publicado en España en lo que llevamos de año.

            No voy a caer en la tentación de dedicar gran parte de la reseña a reflexionar acerca de si El año de los 4 emperadores es un cómic o no, aunque lo cierto es que el propio libro parece invitar a ello, porque es un híbrido en el que tienen cabida todo tipo de elementos: páginas de viñetas tradicionales se mezclan con un manual de un curso de autoayuda, fichas de personaje inspiradas en el Official Handbook of the Marvel Universe, dibujos que imitan fotogramas de un programa televisivo, u otras páginas que simulan ser webs. Prior juega con el lenguaje del diseño gráfico, la publicidad y el propio cómic. El resultado es desconcertante en una primera lectura pero al mismo tiempo muy atrayente, como sólo lo son las cosas nuevas, las obras que nos llevan a terrenos que todavía no se han explorado. Habrá quien considere que esto no es exactamente un cómic, o que es un libro con cómic, pero para mí lo es sin ningún género de duda, aunque, claro, es uno atípico, que expande el medio y abre nuevas posibilidades partiendo de su lenguaje. Quizás haya gente que piense que eso tiene un límite, que cuando cambias tanto algo, hay un punto a partir del cual debes cambiar también su nombre. Francamente, guardar las esencias nunca ha sido algo que me haya importado demasiado. A mí lo que me importa es que El año de los 4 emperadores es una bomba.

            Pero centrémonos en el tebeo en sí, que al final me he liado donde no quería. Prior, autor tremendamente inteligente, plantea una sutil distopía con demasiados elementos en común con nuestra realidad como para no sentirnos algo incómodos. Y en ella expone la superficialidad de nuestras relaciones sociales y ataca con sátira del género más dañino —la que apenas lo parece— a la política, la empresa, los medios de comunicación, las relaciones internacionales… justamente todo lo que en el mundo de hoy está en el blanco del pensamiento crítico. El año de los 4 emperadores se convierte así en un libro revolucionario no sólo en lo formal, sino también en su contenido; en cierta forma podemos considerarla una obra antisistema, a pesar de que esa condición no se subraya, no se pone bajo el foco. Pero está ahí, y las reflexiones de Prior, aunque nunca sean explícitas, son tan lúcidas que no lo necesitan para calar en el lector. El presidente Rick Rickard Jr., pura imagen sin discurso, el inútil curso para aumentar la autoestima lleno de la cháchara más absurda para yupis o el manual para superar con éxito entrevistas de trabajo son buenas pruebas de ello. Es una obra que disecciona la crisis global en la que nos hundimos sin tratar directamente de ella.

            Por todo lo dicho hasta ahora, supongo que es fácil imaginar que la historia no sigue una línea narrativa al uso. La variedad de propuestas permite fragmentar mucho la información, que nos llega por diferentes vías y van completando la imagen general, que, en realidad, tampoco queda demasiado resuelta. La historia del presidente más joven de la historia de los EE UU se entremezcla con la de un grupo terrorista conocido como Cadáver Exquisito y con la vida de un traductor con problemas económicos. Todos viven en un mundo que se parece al nuestro pero que no lo es del todo, y sus tramas se relacionan a través de encuentros o, en ocasiones, de elementos muy secundarios que no siempre se captan en una primera lectura.

            Y quizás éste es el único problema que puedo verle: En una primera lectura El año de los 4 emperadores puede dejar al lector algo frío; o más que frío, desconcertado. “¿Qué acabo de leer?”. Pero algo tiene cuando el impulso tras el desconcierto es volver a leer en lugar de apartar el libro de nuestra vista. Entonces es cuando descubrimos que lo que fue en principio una intuición era totalmente cierto: es un libro con mucha chicha, y de la jugosa, un libro lleno de hallazgos de los cuales al final el mejor, porque encierra todos los demás, es como se plantea una especie de hiperrealidad aumentada por los media en la que no podemos estar seguros de qué es verdad y qué es mentira. Una hiperrealidad en la que, me temo, ya estamos metidos hasta el cuello.

            Se podrían decir muchas más cosas de este cómic, pero posiblemente sea mejor hacerlo con un poco más de tiempo. No querría terminar esta reseña sin dedicar unas líneas a la gran labor de Diábolo, que ha editado un libro en formato bolsillo no sólo con un diseño bonito —las páginas tienen el canto naranja, por ejemplo— sino también perfecto para su contenido, y por supuesto a Gabriel Corbera, ilustrador y diseñador de la cubierta y contracubierta, que se marca una ilustración impresionante, de quitarse el sombrero si se tuviera, que encierra toda la esencia del trabajo de Prior y al mismo tiempo es puro Corbera, que a ratos parece un dibujante extraterrestre que venga del espacio a hacer que nos explote la cabeza con su obra. En serio: un gran trabajo por parte de todos los implicados.