Entrevista con Néstor F.

Este es Néstor F. dibujado por sí mismo.



Esta es la portada del cómic que acaba de publicar.



Esta es una transcripción de la charla que mantuvo con Andrés Oliva hace unos días.

Tus aportaciones en las dos últimas ediciones del Notodofilmfest y el volcado a papel de Moowiloo Woomiloo han marcado un antes y un después en tu trayectoria. El arranque definitivo, quizás.

El año pasado gané la categoría de 30 segundos del Notodo con Las batallitas del abuelo y luego poco más se ha sabido de mí porque estuve muy parado. Seguí participando en fanzines y tal. Este año ha sido el de mi consagración (risas) con Palito y, sobre todo, Funny Webcam Effects. Consagración entre un pequeño círculo de personas y la gente del Notodo. En esta ocasión no me he llevado nada pero, a raíz de estos últimos cortos, he tenido otros reconocimientos que me han hecho la misma ilusión, como una invitación de Venga Monjas para colaborar con ellos o proyecciones en festivales de todo el mundo gracias a la magnífica labor de la distribuidora Mailuki Films.







Entrecomics Comics y ¡Caramba! son dos editoriales jóvenes que han apostado por ti. Vas a inaugurar la colección Jaimito junto a Albert Monteys. Además, acabas de estrenar rincón en Vidas de Papel, la página que vende ilustraciones originales de autores españoles consagrados…. ¿No te da un poco de reparo tanta atención?

¡Tengo el ego que se me sale por las orejas! En realidad me siento muy arropado al sacar mi primer cómic en solitario junto a otro de Monteys. La gente dirá: “sabemos quién es Monteys, ¿quién es Néstor? Da igual, está con Monteys, vamos a por él” (risas). Mola mucho estrenar colección junto a él, que es un pope de nuestro cómic. No sé exactamente qué está pasando. Yo simplemente expongo mis cosas en internet y de vez en cuando llegan mails como el de Vidas de Papel, invitándome a participar vendiendo mis originales. Lo mismo pasó con la posibilidad de editar mis cómics tanto con Entrecomics Comics como con ¡Caramba!, y yo por supuesto digo que sí a todo. Esto me ha hecho creer en los poderes mágicos de internet, así que lo primero que hago cada mañana es encender el ordenador y ver mi correo. Casi todo son newsletters y spam, pero de vez en cuando llegan alegrías.


Ilustración para el proyecto Tattoo The Girl.



Portada del fanzine de número único Dumb.


¿Y antes de este hacerse notar?

He dibujado desde siempre. Animado por las clases de dibujo en secundaria, me picó la curiosidad de participar en algún lado haciendo cómics, así que fui a un locutorio, googleé “fanzine de cómics” y salió OjoDePez como uno de los primeros resultados. Me apunté la dirección, les escribí y, bueno, ahí aceptaban a todo el mundo. Empecé a publicar con ellos a los dieciséis años, en 2004. Cada quince días tenías que hacer un cómic a partir de un tema propuesto, un poco como lo que ahora es El Estafador. No he ido a ninguna escuela de arte, por eso este fanzine online me sirvió para cubrir ese hueco. Ahí estuve tres o cuatro años haciendo cómics y estuvo muy bien compartir la experiencia e intercambiar impresiones con todos los dibujantes que colaboraban. Así conocí a gente muy afín, como Molg H. o Nacho García, o a los creadores del fanzine Adobo (El Otro Samu y Fresús), en cuyos ocho números he colaborado. Después me han ido llamando para dibujar en otros fanzines y hará casi tres años comencé el proyecto online de Moowiloo Woomiloo. Eso sí, creo que reniego de casi todo lo que he hecho del 2010 hacia atrás.


Tengo algo que contarte (aparecido en Adobo #7).



The Eagle (aparecido en ARGH! #7).


Al principio hiciste unos cuantos “cortos con niño”. ¿Es una de las constantes de las que reniegas?

Me gusta hacer cortos para concursos concretos, tener el reto de ceñirme a unas bases propuestas. Junto a un par de colegas y un niño hice el primero, titulado El meu amic Amaruk, y ganamos. Después repetimos la idea del “corto con niño que dibuja” para otro certamen y volvimos a ganar. Descubrimos que en aquellas historias, simples y naif, había una especie de fórmula que ablandaba el corazón de los jurados. Volví a intentarlo, esta vez con mi primer corto de animación, Color Carne, pero ya no funcionó, así que abandoné un poco la temática, también porque empezaba a notarme encasillado. A parte de todo eso, considero la infancia algo muy recurrente en las cosas que hago, quizás porque es una etapa que echo de menos.

Después de esas primeras historias sobre niños que garabateaban encerrados en su mundo, te embarcaste –permíteme que resuma un poco– en Moowiloo Woomiloo, una obra en la que hiciste de la industria del cómic una inmensa pesadilla. ¿Fue una manera de expresar tus miedos hacia el mundo del dibujo profesional y las amarguras que puede suponerte? ¿Pegar antes de que te peguen?

Puede tener algo de eso pero, al margen de las historias de niños, creo que siempre he tenido un lado más cabrón. Me interesa mucho el patetismo. En las películas que veo, cuanto más patético es el personaje más conecto con él, y en el caso de Moowiloo Woomiloo ese tono surgió de manera natural a partir de mis gustos afines con Molg H. El cómic se centra mucho en este mundillo pero muy desde fuera e inventándonos cosas. No creo que fuera un intento de protegerme de lo que se me viene ahora, no, aunque tu teoría es interesante. Con Infame sigo un poco en el mismo universo de Moowiloo Woomiloo pero esta vez definiendo un protagonista. Escogí la figura del crítico de cómics porque me resulta un gremio muy particular. Tengo colegas críticos y yo también he escrito alguna que otra crítica para algunos medios. Es un mundo que he visto medio de cerca, salvando distancias respecto a la crítica profesional, y me hacía gracia hacer un cómic sobre un crítico de cómics para ver qué dirán los propios críticos de cómics.



¿Es la vía que propones en Infame la única para que un crítico protagonice una aventura de acción? ¿Por qué has optado por ese registro?

Mi intención no era hacer un retrato de la crítica. Simplemente he cogido a un tipo que es crítico y lo he llevado a mi terreno de patetismo cabrón, mezclándolo, a su vez, con un poco de aventuras, que era algo que me apetecía probar. La época en que trabajaba en el guión de Infame coincidió con que estaba leyendo títulos como el Pudridero de Johnny Ryan, el Forming de Jesse Moynihan y cosas de Jonny Negron y Benjamin Marra. Estos autores me influyeron mucho a la hora de pensar algo que no fuera una historia sobre un crítico, tal cual, y me animara a darle un toque más fantástico. Quería que hubiera una pelea de al menos dos páginas, eso seguro. Que fuera crítico de cómics era más bien una excusa para explicar otras cosas, aunque pienso que es un oficio al que se le puede sacar mucha miga.


Imagen de Infame.


Se le puede sacar miga, sí. ¿Has visto la serie The Critic?

No, sé que es la del narizotas ese. Creo que hizo un cameo en Los Simpson.

Algo que hacen muy bien en ella es centrarse en las miserias del protagonista y, al mismo tiempo, ir soltando referencias constantes a la actualidad a través de las películas que comenta en su programa de televisión. En ese sentido, el perfil de un crítico puede dar muchas posibilidades y permite a los guionistas ejercer la crítica por otros medios. Ahora que has presentado a Bruno Kolin, ¿has pensado serializarlo de alguna manera?

De momento esta aventura es la presentación del personaje. Veinticuatro páginas tampoco dan para mucho y sé que igual te quedas con ganas de saber un poco más sobre el tipo, pero estoy seguro de que continuaré con sus desventuras, ya sea en ¡Caramba!, en una serie de dibujos o en la adaptación cinematográfica protagonizada por Philipp Seymour Hoffman. La intención es presentar el personaje y ver cómo cuaja; si cae gordo, que supongo que caerá gordo.

Una de las cosas que más me gusta de lo que llevas hecho hasta ahora es lo bien que has ajustado tus proyectos a las fuerzas de las que disponías, asumiendo, poco a poco, retos cada vez mayores.

Sé que está mal decirlo pero soy un perezas terrible y tanto mis cortos de dos minutos como el Moowiloo Woomiloo, que funciona a partir de páginas autoconclusivas, son un reflejo de esa vagancia que me lleva a hacerlo todo en apenas un día. Me pongo, lo hago y me olvido. Supongo que no estaré haciendo cortos de un minuto o historias de una página toda mi vida y tendré la necesidad de hacer historias más largas, sí, pero soy muy cauteloso. Me gustó mucho que Manuel Bartual me propusiera hacer un encargo de 24 páginas porque me pareció un paso lógico, algo para lo que podría estar preparado, en vez de hacer una novela gráfica de 90 que no está pensada y para la que ni siquiera tengo un guión escrito.

En cuanto a extensión, lo único que has hecho parecido a Infame es Troya. ¿Te sirvió aquella experiencia del concurso de las 24 horas de Angulema para afrontar este trabajo?

Cuando hice Troya estaba aboceteando Infame. Troya salió de pura chiripa porque tampoco te dejan mucho tiempo para pensártelo: veinticuatro páginas en veinticuatro horas, por huevos. Es cierto que no había hecho nada de más de tres o cuatro páginas antes y ambas oportunidades llegaron a la vez como un primer intento de hacer una historia algo más larga. ¡Que lo tengan en cuenta los lectores (risas)! Tenía conceptos muy de cajón, de teoría, y los he aplicado por primera vez en estos dos títulos. Troya fue muy intenso porque lo hice en apenas doce horas, pero Infame me lo he pensado más. Revisé la historia mano a mano con Bartual y estuve un buen tiempo definiendo el estilo. De hecho tuve que redibujar a Bruno en las primeras páginas porque fue evolucionando a medida que avanzaba. Pero Troya me gusta mucho porque está muy hecho a la ligera, de manera espontánea.


Troya, fanzine autoeditado.


El blog del Lector Mal-herido me ha parecido, sobre todo en sus épocas de mayor actividad, más divertido y mejor escrito que muchos de los libros que se dedica a comentar. Risto Mejide, por poner otro de los primeros ejemplos que me viene a la cabeza, ha sido un elemento clave en varios de los programas de mayor audiencia de la televisión española reciente. Se trata de críticos atractivos en cierta manera, ¿no te parece? ¿No crees, por otra parte, que lo que hacen debe resultar extenuante?

Risto Mejide triunfaba por cómo era él, tanto por lo que decía como por su apariencia. A pesar de que tendía a la exageración, en mi opinión llegaba a tener razón en casi todo lo que decía. Pero sí, estar todo el día criticando cosas debe ser terrible para la salud. Debe quemar mucho, debes acabar meando sangre. En lo que se refiere a mi cómic, el personaje de Bruno es tan paródico que a él no le importa. Es feliz soltando mierda sobre todos.

El formato de reseñas de películas, discos y libros, tal y como sigue existiendo en las revistas tradicionales y sus herederas digitales, cansinea un poco. Sin embargo, si nos lo imaginamos aplicado a otras cosas resulta mucho más estimulante. A estas alturas hay críticos de casi todo. Leí por ahí que incluso había uno de misas. ¿De qué nos faltan críticos?

Criticar, al fin y al cabo, es opinar sobre algo. Cada día ejercemos de críticos, ya sea calificando el mal tiempo que hace, juzgando el vestuario de tu compañero de trabajo o lo mal que lo está haciendo el gobierno. En realidad, creo que hay demasiados críticos… ¡Millones!


Ilustración para Cultvana.


Funny Webcam Effects, Color carne, los exvotos de broma que sacaste en el octavo número de Adobo… Se te dan bien los gags en torno a los formatos o soportes. Creo que es algo que te ha llevado a aprovechar un poco más las posibilidades del medio webcómic con Moowiloo Woomiloo.

Me dijo un colega que lo que hago es coger cosas que todo el mundo conoce y darles la vuelta. Lo considero un ejercicio facilón. Es fijarte en algo que está ahí e ir más allá, plantear un drama. Funny Webcam Effects se me ocurrió jugando con el típico programa que deforma caras en la webcam. Simplemente me quedé pensando un rato sobre ello, sobre lo ridículo que sería si en ese mismo momento alguien me dijera una noticia terrible. En Infame también hay algunos ejemplos: aparece Twitter, lo integro dentro de la trama y, además, está la cuenta real de Bruno Kolin. Me gusta mucho jugar con los distintos medios que tenemos a nuestro alcance y hacer que la experiencia de leer un cómic no se acabe ahí. Mezclar géneros y soportes… Metaficción, supongo.

En cuanto a Moowiloo Woomiloo, tenía claro que si íbamos a hacer un webcómic no iba a ser tan sólo un cómic escaneado. Desde el primer momento estuve de acuerdo con Molg H. en hacer algo mínimamente interactivo. De todas formas, siempre he dicho que leer Moowiloo Woomiloo online es un poco lío. Le tengo cariño a la página pero hay que reunir mucha paciencia para sentarse y leer bien todos los cuadraditos y los links ocultos. En ese sentido, la edición en papel lo da todo mascado. Permite una lectura más cómoda y cerrada.

En el número 5 de Adobo tenías un personaje, Quique Madura, al que presentabas mediante un dibujo de su muro de Facebook. ¿Qué me dices de usar Facebook como soporte para una historia?

Pues si hubiera desarrollado la idea de Quique Madura seguramente le hubiera abierto un Facebook y hasta intentaría usarlo para ligar (risas).


Quique Madura (aparecido en Adobo #5). Clic para ampliar.


Deteniéndonos un momento en el Moowiloo Woomiloo. ¿Cuál es tu jugada favorita de todas las que os marcasteis Molg H. y tú? A mí la de los espagueti azules me pareció apoteósica.

Nunca he entendido el giro que le dio Molg. Se le fue la pinza.

Es mi momento favorito del cómic, con diferencia.

Aquello me superó. Yo hice la mía sobre el chaval que quiere presentarse a un concurso pero no tiene ninguna idea y está súperdeprimido. Lo que tenía en mente es que la continuación fuera sobre cómo la madre había hecho esa salsa azul de los espaguetis, o algo así, pero me vino con una cosa que no acabé de entender. A mí me flipa todo lo que hace Molg H. y estaré de acuerdo con todo lo que proponga, pero es cierto que a veces yo tenía ideas más concretas y luego él hizo lo que le dio la gana. Por ejemplo, hice la historia de la chica sin brazos que recoge un premio y nunca pensé que él fuera a continuarla desde mi última viñeta. Esto determinó el orden de esa historieta y me puteó un poco, porque la idea inicial era que ambas páginas pudieran leerse en cualquier orden. Pero yo con Molg hasta la muerte, eh. Por mi parte, una de mis favoritas es de la del crítico sobre cuya vida están rodando un biopic casi a tiempo real. También el remate de la historia de los críticos que están en un agujero. ¿Qué pasa cuando dos críticos tienen opiniones diferentes? Pelea de cuchillos.




Dos historias dobles de Moowiloo Woomiloo. Clic para ampliar.


En esa escena de los críticos con navajas sale Nacho García, ¿verdad? Me vuelve loco lo que hace, me encanta. Siempre hay alguien que te demuestra que todavía se puede destilar un estilo gráficamente aún más cercano a la atrofia y la belleza absolutas.

Nacho Premio Nacional de Cómic 2040. Es la leche, y dentro de poco dará que hablar. El tío no para de experimentar. Siempre ha estado muy cerca de Moowiloo Woomiloo y en su momento hablamos medio en broma de que hiciera alguna página. Al final eso no salió pero le hicimos un homenaje sacándole en esa historia. También se encargó del epílogo del libro en papel.

Decía al inicio de la conversación que, de momento, te vas introduciendo en los aledaños de la industria del cine y del cómic. ¿Impresiones?

Pues que son dos mundillos muy complicados para salir adelante económicamente. Es una mala época, supongo. Es lo que me gusta hacer pero igual no he elegido del todo bien, porque al final del día necesitas dinero para comer y te das cuenta de que no tienes nada en la nevera. Pero bueno, yo voy a seguir trabajando y confío en que, de alguna manera, todo esto lleve a otros lados. Seguiré haciendo cosas a mi bola. De hecho tengo muchas ganas de empezar un nuevo webcómic y una serie de animación. Con el cine, lo mismo. Ahora parece que todo el mundo está grabando su peli con una cámara de fotos y cuatro amigos. Van a salir un montón de largometrajes que nadie sabe bien a dónde van a ir a parar. A mí también me están entrando ganas de lanzarme, aunque por el momento sólo tengo ideas abstractas e imposibles. De todas formas, creo que todo este movimiento, con tanta gente metida, llevará a otras cosas, a otros modelos que espero sirvan para vivir de ello. Hay que intentar dedicarse a lo que uno le gusta hasta que te echen de casa o no tengas para el alquiler. Hay que pelearlo.

Venga Monjas: Stracomb Tope de Fuerte from Venga Monjas on Vimeo.