Hokusai (Shotaro Ishinomori)

Hokusai (Shotaro Ishinomori). EDT, 2012. Rústica. 13×18 cm. B/N. 600 págs. 15€

La primera vez que escuché el nombre de Shotaro Ishinomori fue en una conferencia impartida por Marc Bernabé, en la que éste contaba como a Ishinomori le apodaban «el rey del manga». En cierta ocasión se encontró con Osamu Tezuka, al que admiraba; cuando Tezuka preguntó a Ishinomori que si le llamaban el rey, cómo deberían llamarlo a él mismo, Ishinomori salió del apuro contestándole que era «el dios del manga». Esta anécdota es el mejor ejemplo de lo que significa Ishinomori en Japón, y hasta qué punto es importante para entender la historia del manga. En España, como tantos otros autores fundamentales, ha permanecido prácticamente inédito salvo alguna obra puntual, pero afortunadamente es algo que EDT comienza a solucionar con la publicación de Hokusai, su monumental biografía del célebre ilustrador de los siglos XVII y XVIII.

            En sus casi seiscientas páginas Ishinomori cuenta la vida del ilustrador japonés, uno de los artistas más importantes e influyentes de la pintura universal. Lejos de caer en el carácter casi hagiográfico que a menudo tienen ciertas biografías, Ishinomori demuestra el respeto que le tiene al gran maestro retratándolo como ser humano, recogiendo lo que se sabe de su vida sin omitir detalles escabrosos. Todo el libro destila humanidad y vitalidad, y amor al arte por encima de todo. Por eso se centra en la búsqueda obsesiva de Hokusai de la perfección, del estilo definitivo. El artista se reinventa a sí mismo y comienza de cero varias veces, abandonando simbólicamente su nombre y asumiendo otro para que nadie asocie sus nuevos dibujos a la fama de su anterior encarnación. Hokusai se casa varias veces, tiene hijos, vive en la opulencia y en la miseria, enseña a varios discípulos y conoce a los personajes más importantes de su tiempo, pero todo eso queda en un segundo plano con respecto a esa obsesión, a su visión del arte como objetivo vital que está por encima de cualquier otra cosa. Y eso Ishinomori lo sabe transmitir perfectamente a través de una estructura en capítulos en la que va saltando por los momentos clave de la vida de Hokusai, por diferentes edades que dan título a esos capítulos, en un desorden que sorprende pero que funciona perfectamente frente al lector.

            Del mismo modo que Hokusai cambió de estilo pictórico varias veces en vida, Ishinomori parece querer replicarle y en algunos capítulos dibuja con un trazo mucho más suelto e inacabado —los que corresponden a la vejez del artista—, además de reproducir algunas de sus obras más conocidas. Pero siempre se aprecian sus grandes virtudes. Es un dibujante excepcional, con una composición quizá no tan rompedora como la de Tezuka, pero con algunas páginas verdaderamente sorprendentes, y cuyo punto fuerte es sin duda la increíble capacidad que tiene para captar las emociones y los estados de ánimo de sus personajes a través de sus rostros y su lenguaje gestual, sintetizando con maestría y recurriendo a la caricatura con especial acierto.

            He disfrutado de Hokusai como en su día disfruté de algunas obras de Shigeru Mizuki o de Yoshihiro Tatsumi: del tirón y sin parar. Esa mezcla tan japonesa de drama y humor, de momentos sublimes, incluso épicos, con otros bajos y anticlimáticos, unida a la sabiduría con la que Ishinomori refleja la complejidad de la vida, con sus enormes contradicciones, convierten la obra en maestra, porque tiene esa cualidad única de los grandes que transciende tiempo y espacio: Hokusai no es una historia japonesa —cuántas veces se ha esgrimido esto para defender la incompresión de un manga—, sino universal.

            Tras la pérdida de las series de Shueisha, parece que una de las vías que EDT va a potenciar es la de la recuperación de clásicos del manga de orientación adulta, lo que, si se consolida en el mercado, servirá para solucionar el déficit más preocupante del manga en España, centrado desde siempre en una parcela, la del shonen y el shojo, que si bien en Japón es amplia no es ni mucho menos la única. Estoy convencido de que en nuestro país existe un público potencial para este tipo de obras, porque leyendo Hokusai me ha parecido totalmente increíble que un autor de tanta calidad siga tan poco publicado en España. Ishinomori, el autor de cómic que más páginas ha publicado en todo el mundo, merece una oportunidad.