Tokyo Zombie (Yusaku Hanakuma)

Hoy tenemos el inmenso placer de presentar el primer texto de un nuevo colaborador de lujo, Álvaro Arbonés, pródigo en escritos críticos y analíticos a lo largo y ancho del panorama cultural, especialmente el que se desarrolla en los márgenes. Su centro de operaciones es el imprescindible The Sky Was Pink, y se puede encontrar una relación más detallada de sus correrías en este enlace.

———oOo———


tokyo_zombie
Tokyo Zombie (Yusaku Hanakuma). Last Gasp, 2008. Rústica con solapas. 14x21cm. B/N. 168 págs. $9.95


Cuando se habla de manga, la idea que se tiene suele referir ciertos clichés que poco tienen que ver con lo desarrollado en el medio a lo largo de su historia: los ojos grandes, los argumentos alargados como chicles y la proliferación de las formas arquetípicas del shōnen y el shōjo. Incluso cuando son sólo una parte mínima, aunque muy visible, del manga contemporáneo. Si nos salimos del ámbito de lo que atropella los sentidos vía marketing, del mainstream más soporífero, no costará encontrar mangas que escapan de cualquier prejuicio sobre el mismo;; es tan normal encontrar un manga sobre cucarachas del espacio o backgammon como uno de súper-héroes o un slice of life: el manga es, en temáticas y géneros, tan rico como el cómic occidental. Si es que no más —lo cual se podría justificar en las críticas de Warren Ellis al cómic anglosajón, ante sus dudas de si hay mundo más allá de los súper: «la dominación cultural y económica del medio súper-heróico es parecido a entrar en una librería en la que todo lo que se puede ver son novelas de enfermeras»—. Incluso dentro del ámbito más popular, es moneda de cambio común que, en el manga, triunfen historias que poco o nada tienen que ver con lo que la masa demandaba hasta el momento.

Hablando de Tokyo Zombie, y partiendo del hecho de que fue escrito en 1998, aún lejos de la epidemia de zombificación del medio cultural contemporáneo, se nos hace patente como cualquier prejuicio hacia el manga estará siempre infundado. La historia se resuelve apenas sí en algo más de ciento cincuenta páginas, su estilo carece de todo refinamiento estilístico supuesto al medio y, desde luego, no sigue ninguna de las convenciones clásicas achacadas al mismo; más al contrario: el dibujo es feísta, alejado de faldas cortas y ojos grandes para representar todo con trazos tan simples como violentos; la historia se recrea en problemas sociales —la contaminación, la actual ausencia de moralidad, la revolución— y existenciales —la búsqueda del significado de la vida, las artes marciales como paradigma de autenticidad— de una forma constante; y su humor se define en una negrura que escapa de la convención «el humor japonés es absurdo». Lo interesante del trabajo de Yusaku Hanakuma es que rehuye toda presunción propia a las obras de su clase, tanto por manga como por historia de zombis, precisamente en su enfangarse en las formas más comunes tanto del género adoptado como de un carácter regional: el terror de serie B y su profunda japoneidad.

Siguiendo esta estela, habría que entender Tokyo Zombie como una modesta producción que se sostiene en el encanto de su propia “cutrez”: se nos cuenta una historia interesante, salpicada aquí y allá de pequeños guiños absurdos, a través de una economía de medios gráficos absoluta. Como el cine de bajo presupuesto, basa su encanto en la imaginación desatada en una historia bien construida más que en lo espectacular del diseño visual desarrollado en él. No confía en interesar por espectacular, porque se sabe auténtico. Y ese es su gran triunfo, que nos lleva hacia su japoneidad: es heta-uma.

tz


¿Qué es heta uma? Un concepto estético desconocido en Occidente que podríamos definir como «torpe, pero hábil» (heta-uma «ヘタうま); heta significa algo primitivo, hecho con trazos sencillos y sin complicaciones, poco experimentado, mientras umai nos habla de algo sofisticado, que implica una cierta pericia técnica para conseguirlo: de esta contradicción de términos surge heta uma, que podríamos clasificar dentro de una cierta armonía estilística: es feo, pero su feísmo implica una cierta coherencia con el mundo que retrata. Por eso los trazos sencillos, de acción violenta, que acaban siendo complejas danzas de cuerpos en torsiones marciales, van en armonía con el apocalípsis ético y social que pretende retratar.

El heta uma tiene una doble consecuencia que se da en lo estilístico y en lo narrativo: en lo estilístico, hay una preponderancia de los primeros planos y los planos detalles que, por la sencillez plástica de los dibujos, nos permiten discernir con una facilidad asombrosa cada uno de los movimientos o gestos de los personajes, enfatizando así tanto los sentimientos como la pericia en combate de éstos; en lo narrativo, la historia se simplifica hasta cuatro rasgos mínimos —Fujio quiere ser un maestro de jiujitsu, antes de conseguirlo acontece la caída de la civilización, por lo cual debe sobrevivir luchando como gladiador en un imperio decadente— para dotar al conjunto de una cierta cantidad de detalles subsidiarios que le confieren un sentido más profundo. Tokyo Zombie está impregnado en todo su ser de la lógica del heta uma, consiguiendo armonizar todo su ámbito estético según la idea de reducirlo hasta lo más primitivo para encontrar la elegancia de un movimiento complejo que se torna natural, sólo en apariencia sencillo.

Heta uma es la sencillez que enmascara su propia complejidad. En ese sentido, ni siquiera la elección de convertirse en un maestro de las artes marciales por parte del protagonista es un acto casual, pues se basa también en el heta uma: en el coliseo le reprenden por pelear demasiado bien, con una técnica efectiva que no puede disfrutarse por su belleza inmediata (heta uma), cuando lo que el público quiere es espectáculo, algo vistoso pero sin fondo ni efectividad real (uma heta). Tokyo Zombie se erige como una crítica hacia la inautenticidad de la civilización contemporánea, cómo nos damos encantados a las vistosas falsedades de los prestidigadores mientras ignoramos las maravillas difíciles de apreciar de aquellos hombres capaces de rozar la perfección en su técnica. Lo mismo podría decirse de Tokyo Zombie, un manga que puede verse lastrado por la idea de que su dibujo desmerece el conjunto cuando, más bien, su dibujo no es más que un fiel reflejo de lo que contiene: una técnica que sólo se nos da en la dificultad de comprender que lo más difícil, es hacer sencillo el movimiento más complejo.

¿Y los zombis? Los zombis son la metáfora de quienes creen que heta uma significa «es tan malo que es bueno» en vez de «parece malo, pero es bueno».