Negro (VVAA)

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Negro (VVAA). Autsaider Comics, 2014. Rústica en caja. 7,5 × 9,5 cm. 400 págs (20 cómics de 20 págs. c.u.). B/N. 15 €

Autsaider Cómics acaba de publicar este mes de diciembre una nueva caja de minicómics con título crómatico. Esta vez ha tocado Negro, y sigue las mismas pautas que las tres cajas anteriores: veinte minicómics grapados de veinte páginas, edición numerada de quinientos ejemplares y un precio, creo, muy ajustado: quince euros. La experiencia lectora que proporciona el artefacto es la clave, pero estoy ya lo he contado otras veces, así que no me repito.

Mejor centrarme en Negro, caja que como sus predecesoras ofrece un grupo de autores ecléptico, que da cabida a dibujantes consagrados de todas las generaciones, a jóvenes que tienen aún poca trayectoria e incluso a dibujantes que no han salido aún del circuito de la autoedición. Ata, el editor de Autsaider, está atento a todo y no se le escapa ni uno. Así pues Negro sirve tanto para tener un pequeño trabajo inédito de maestros como Pere Joan, Santiago Valenzuela, Calpurnio o Miquel Fuster, descubrir un paso más en el camino de autores como Carla Berrocal, Mireia Pérez y David Sánchez y descubrir nuevos nombres, en mi caso los de Luisdemano, Pepe Boada o José Punzón. De esta mezcla de estilos y personalidades tan dispares sólo puede salir una idéntica en los tebeos que dibujan. Hay de todo tipo de géneros, aunque el humor vuelve a tener un lugar importante. Pero también encontramos aportaciones muy experimentales, de un tono lírico, a veces, y algo de costumbrismo, y algún toque de un fantástico rompedor, que tiene poco que ver con la tradición. Los autores se adaptan muy bien al tamaño, mejor en conjunto que en otras cajas donde siempre había alguno que se pasaba de información por página. Incluso Valenzuela lo hace, que tiende a escribir textos abundantes. Adolece de cierta repetición con el motivo del negro, digamos, pop, cosa lógica por otra parte porque es la opción más obvia cuando uno asocia dicho color al cómic, pero los resultados de esto son muy interesantes, en realidad, por lo que tienen de subversión de este estereotipo racista.

En esa línea trabajan Puño y Néstor F., que firman dos de mis historias favoritas. La de Puño es increíble gráficamente, y tiene un final negrísimo. La de Néstor F. no le anda a la zaga con su inversión de roles de un chiste de mierda: el del negro en la nieve. Y se suelta muchísimo con el dibujo, directamente a lápiz y rico en escorzos imposibles.

También destacan Mireia Pérez y David Sánchez, dos de los más personales en lo temático. Pérez opta por un tebeo mudo fantástico en el que el negro es un monstruo que lo cubre todo. Y el de Sánchez es todo su universo concentrado en una anécdota, un ritual de una secta que, por supuesto, deja un regusto metálico en la boca y la cabeza del revés. Quizás es mi favorito de toda la caja. El de Carla Berrocal me ha gustado mucho: otra historia muda turbia y extraña.

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Negro puede ser la caja que guarda más sorpresas, lo cual es un valor extra, por supuesto, porque el formato juega mucho con eso. Lo llamativo es que los más sorprendentes son los que no son demasiado marcianos según los patrones más mainstream… Por ejemplo una adaptación de un texto de Pío Baroja que hace Simónides —una muestra demasiado pequeña para juzgar—, o una historia del marqués de Sade de Diego Corbalán. Calpurnio sorprende porque, tras décadas de leer El bueno de Cutlass se descuelga con un registro totalmente diferente en todos los aspectos.

Hay una historia muy bien armada sobre un hombre que posee un diario en el que está escrita toda su vida, pero lamentablemente no ubico al autor porque el minicómic no va firmado. No es el único con el que pasa esto, y no entiendo por qué no van todos firmados, la verdad. Es una pega menor, porque obviamente los tebeos tienen la misma calidad, pero me parece necesario que se firmen, aunque en la caja aparezcan todos los nombres.

Miquel Fuster es otro de los destacados, con un tebeo mudo de un tipo encerrado en una celda. Fuster es el autor de un cómic muy interesante que ha pasado demasiado desapercibido, Miguel. 30 años en la calle, y me gusta ver que sigue activo. El último que quiero destacar es el de Sama, alias Álvaro Samaniego, que cada vez está más fino y me interesa más con lo que hace. De sus cómics me gusta mucho cómo capturan lo oral, y éste no es una excepción.

Una regla no escrita es que ningún autor puede repetir, de modo que a estas alturas de proyecto han pasado cerca de setenta dibujantes, que se dice pronto. Sus colaboraciones para las cajas cromáticas siempre son especiales porque el formato obliga a innovar, de modo que acaban siendo rarezas dentro de sus obras personales, con todo lo que ello conlleva. Y en conjunto me parece, lo voy a repetir una vez más, que siempre lo hago cuando hablo de esto, uno de los proyectos más originales de los últimos años en el cómic español.