Soda resucita en la Zona Cero de Nueva York

Una de las series más interesantes de la editorial Dupuis regresa tras diez años de ausencia con nuevo dibujante.

Quien se imagine el cómic humorístico francobelga como un conjunto de obras que repiten una misma estética, sin ruptura ni innovación, se equivoca de plano. Hay clichés, por supuesto. Y hay álbumes cuyo único objetivo es conseguir lectores copiando viejas fórmulas. Pero también hay renovación y atrevimiento incluso en series cuyo loable objetivo es el de llegar a un público mayoritario.

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La revista belga Spirou, con 75 años de historia, tiene el honor de haber alumbrado en sus páginas algunas de las series más clásicas de la historieta francófona: desde Lucky Luke hasta los Pitufos, desde Gil Jourdan hasta Gaston Lagaffe. Pero eso no le ha impedido renovarse sin traicionar su esencia, algo que no consiguió ni la revista Tintin en ese mismo país, ni lograron aquí las revistas de Bruguera o el TBO (incapaces de reinventarse tras haber alcanzado el éxito, estas revistas murieron convertidas en una triste copia de sí mismas).

Soda en su contexto

A principios de la década de 1980, la revista Spirou vivió uno de esos puntos de inflexión. Casi de ruptura. Lideraron el cambio los jefes de redacción. Primero Alain De Kuyssche (entre 1978 y 1982), quien incorporó autores como Dodier, Frank Pé, Bernard Yslaire y al políticamente incorrecto tándem formado por Yann y Conrad; también escogió a Tome y Janry para que se encargaran de la serie que da título a la revista. Después, Philippe Vandooren (entre 1982 y 1987) siguió el mismo espíritu de su predecesor incorporando series como Pierre Tombal, Cédric, Le Gang Mazda, El pequeño Spirou o… Soda.

No se puede hablar de Soda sin hablar de este movimiento renovador de la historieta humorística francobelga. No se puede tampoco hablar de Soda sin referirse a los álbumes de Spirou y Fantasio creados por Tome y Janry. Y esto es así porque ambos comparten guionista (Philippe Tome) y coinciden también en su voluntad de renovar la bande dessinée de la llamada Escuela de Marcinelle. En realidad, Soda encarna la transformación que Tome no pudo aplicar en las aventuras Spirou.

De Spirou a Soda: una serie distinta

Soda es una serie policíaca tierna y violenta, con un dibujo de base humorística y unos cuidados fondos semirrealistas. Su protagonista es David Solomon –más conocido por su acrónimo Soda–, un escéptico personaje con una curiosa doble vida: es policía en ciudad de Nueva York, aunque su madre no lo sabe y piensa que su hijo es clérigo, como ella siempre quiso. El problema es que desde hace un tiempo, su madre ha viajado desde el pueblo para instalarse en Nueva York, y mantener esa doble vida resulta cada vez más complicado.

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Soda nació en 1986 (ver cronología aquí) como un proyecto de Philippe Tome tras viajar a la ciudad de los rascacielos para documentarse para la historieta Spirou en Nueva York (1987). De los EE.UU. regresó “con una idea apenas elaborada de guión de lo que acabaría siendo Soda”, explica él mismo en una entrevista. “Con Soda, por primera vez, yo era completamente libre. No me sentía especialmente atraído por el realismo en esa época, pero me gustaba esa credibilidad de la que hacían gala autores como Greg o Tillieux, capaces de hacer existir a personajes poco exuberantes en historias donde había humor y tensión”, añade Tome.

Soda se estrenó con Un poli con sotana (Un ange trépasse), único álbum traducido al castellano (Ediciones B, 1990). Se trata de historia llena de acción, con más violencia de la habitual en las series llamadas juveniles y con un dibujo tremendamente expresivo, dinámico y preciso, que oscila entre lo realista y lo humorístico. Sus viñetas ofrecen un retrato de Nueva York como una metrópoli mestiza y abigarrada, que combina su modernidad con su cara más sucia, casi sórdida; una ciudad violenta y angustiosa. Su creador gráfico fue Luc Warnant, un belga que en el segundo álbum de la serie potenció definitivamente ese lado más sombrío del personaje, en consonancia sin duda con el título del segundo episodio: Lettres à Satan (Cartas a Satanás).

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Si el primer álbum fue la sorpresa. Ese segundo título es el que marcó el verdadero rumbo de la serie. Un guión más truculento y, por primera vez, una puesta en página con fondo negro (representando un flashback) que acabaría por convertirse en uno de los elementos más identificativos de la serie. Este recurso ya había sido utilizado en 1983 por Yann y Conrad en la serie Los innombrables (aquí traducida por Dibbuks).

Pero Warnant decidió abandonar el mundo del cómic tras dibujar 11 páginas de la tercera entrega para dedicarse a la publicidad y al modelaje 3D. Le tomó el relevo un joven llamado Bruno Gazzotti, a la sazón ayudante de Tome y Janry en la serie Spirou y El pequeño Spirou (donde firma Gazzo). El nuevo dibujante terminó ese álbum y firmó luego 9 episodios más. La serie parece entonces consolidada, pero al llegar la entrega número 13 es Gazzotti esta vez quien decide abandonar tras leer el guión del nuevo álbum, un díptico alrededor del 11-S cuya primera parte se acaba de publicar en francés con el título de Résurrection (Resurrección) y una tirada inicial de 70.000 ejemplares, que lo sitúan entre el top 40 de 2014.

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El 11-S, los atentados y el nuevo rumbo de Soda

A Philippe Tome, la frase según la cual la realidad supera la ficción se le tornó casi una certeza el día 11 de septiembre de 2001 con los atentados terroristas de Al Qaeda y la destrucción del World Trade Center en Nueva York. Así lo explica el propio Tome en el dossier que ha escrito como cierre del álbum Résurrection. ¿Cómo se podía seguir con una serie policíaca ambientada en Nueva York tras los atentados del 11-S? Ignorar el hecho era imposible. Había que abordarlo dentro de la serie. ¿Pero cómo?

El guionista decide abordarlo desde un punto de vista muy personal. Centrándose en las investigaciones posteriores a los atentados: en lo que se dice y en lo que no se dice; y en los datos que se ocultan o se manipulan en pro de un discurso oficial coherente y sin fisuras. El tomo número 13 de Soda aborda las dudas sobre los informes y dictámenes publicados pero trata también de la obsesión por la vigilancia tras los atentados cuando se multiplican las cámaras de seguridad que graban a los ciudadanos. Y cómo no, Résurrection trata también del cambio que han vivido los ciudadanos estadounidenses en general y los policías en particular tras esos ataques. En el cuerpo de policía todos tienen al menos un conocido directo que ha muerto en esos atentados, leemos en una de las viñetas. Y Soda canaliza su rabia con el boxeo: por primera vez -asegura- tiene ganas de practicar con los puños en el gimnasio.

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La resurrección de Soda

Gazzotti no se sentía cómodo con el guión y decidió no dibujar ese episodio doble. Aunque para entender la renuncia de Gazzotti hay que recordar que desde 2005 está muy ocupado con la serie Solos, escrita por Fabien Vehlmann, y que goza de buenas ventas. Pero Tome se resistió a abandonar al personaje y optó por recurrir –de nuevo- a otro joven dibujante que se había fogueado ayudando también a Janry y que sale bien parado del reto: Dan Verlinden.

La firma Dan (como la de su predecesor) puede verse también en algunos episodios de El pequeño Spirou, así como en el último álbum del Spirou de Tome y Janry, Machine qui rêve, que supuso un giro de la serie hacia un estilo semirrealista y más oscuro, similar –precisamente- al estilo de la serie Soda (un giro que no gustó al editor aunque años después, el nacimiento de la serie paralela El Spirou de… demuestra que tal vez el atrevimiento de Tome y Janry no era ningún disparate).

Respecto de los anteriores álbumes, Résurrection contiene mayores dosis de desengaño y un mayor anclaje en la realidad. Pero por encima de todo es una historia trepidante, con buenas escenas de persecución (como la que tiene lugar en el metro) y con momentos de tensión dramática (como el de la fábrica abandonada convertida en un espacio cultural). El diseño de página ayuda a la expresividad del relato y cuenta con algunas composiciones eficaces y llamativas a la vez (como esa página que contrapone la visión cenital de una calle con la majestuosa verticalidad de la nueva torre de la Zona Cero). Y por supuesto, en este nuevo tomo de Soda hay pinceladas de humor, debidos especialmente a las intervenciones de la madre del protagonista.

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Una serie a redescubrir

Résurrection es un buen episodio que nos confirma que estamos ante una interesante serie que hubiera merecido mejor fortuna en su edición en nuestro país. Tal vez se publicó demasiado temprano y en el sitio equivocado. Tal vez ahora sí sería un buen momento para recuperarla aprovechando la reedición que ha hecho la editorial Dupuis en formato de integral. Soda, esa serie que se resiste a morir pese a los cambios de dibujante, merece tener una nueva oportunidad.