Hellboy: Makoma (Mignola & Corben)

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Hellboy: Makoma (Mike Mignola y Richard Corben). Norma, 2006. Formato prestigio. 56 páginas. Color. 6 €.


Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y tres, y cuatro, y… añadiría yo. Por que cada tebeo de Hellboy que compro juro que será el último, y siempre vuelvo a picar. Casi siempre lo anecdótico de las historias, lo endeble de los argumentos y su desarrollo y la repetición de esquemas hacen que cada nueva lectura de Hellboy se salde con una decepción, y esta ocasión no ha sido diferente.

A priori la serie lo tiene todo para gustarme. Un personaje carismático y misterioso (aunque el misterio ya empieza a ser demasiado, me recuerda a cierto mutante peludo y fumador de puros), argumentos que recogen viejas leyendas y transitan la senda del terror y un dibujo magistral a cargo de Mignola. Y sin embargo… Las historias fallan, se quedan en simples esbozos, no aportan novedades a una serie que dura ya demasiados años explotando una fórmula que se agotó hace mucho tiempo. De toda la andadura del demonio rojo (nada que ver con Mauro) apenas si salvaría Despierta al demonio y Casi un coloso, si dejamos aparte el excelente trabajo que siempre realiza un Mignola que con los años gana en fuerza y síntesis y cada vez se acerca más al mejor Kirby.

En este tomo concreto la serie contaba con el aliciente de conocer el tratamiento que otro grande del dibujo, Richard Corben, daría al personaje. Otro experto en historias de terror y misterio, en dibujar monstruos y coreografiar la acción, tomaba las riendas gráficas del personaje, salvo en las primeras y últimas páginas a modo de prólogo y epílogo, dibujadas por el creador del personaje. Y el resultado ha sido… más de lo mismo. En el apartado gráfico poco hay que objetar. Tanto Mignola como Corben hacen gala de su maestría, si bien este último resulta más esquemático que de costumbre, como poco interesado o motivado por el proyecto. Consciente de que cuando se tiene su calidad y hay que hacer trabajos alimenticios se puede vivir de las rentas, Corben se limita a ilustrar sin demasiados alardes otra historia de Hellboy de las del montón. Aun así nos regala algunas viñetas memorables (como no podía ser menos) y algunos monstruos con diseños marca de la casa, pero en las escenas de acción no alcanza la destreza narrativa a la que nos tiene (¿tenía?) acostumbrados. Corben, con su personalísimo estilo, sigue brillando con luz propia ante las hordas de dibujantes mainstream, pero no por ello deberíamos dejar de pedirle que dé lo mejor de sí, y en esta ocasión no lo ha hecho. En definitiva, cumple con buena nota pero no deslumbra.

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Pero el guión… ¡Ay, el guión! hace aguas por todas partes. Mignola, como en muchas otras ocasiones, adopta el esquema del cuento o leyenda, pero en esta ocasión traslada a Hellboy a África, como ya hiciera en El tercer deseo y La isla. Y ya está. No hay más. Porque la historia es plana y aburrida, falta de emoción, de secundarios, de los giros que este tipo de historias requieren, y para colmo da unos bandazos bastante extraños y poco justificables e introduce situaciones con calzador, lo que hace que el cuento pierda la poca credibilidad que podría tener. Al final, a uno le queda la sensación de que Mignola ha escrito el guión en 15 minutos y que tanto él como Corben han perdido una oportunidad de lujo de hacer algo que podía haber sido realmente novedoso e interesante en el devenir de la historia de Hellboy. Otra olvidable historia para un personaje y unos autores excepcionales. Pero qué lástima…

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Interesante, pero no resiste una purga por motivos de espacio.

el tio berni