Ya está. Después de más de 20 años de ejercicio de la profesión, y con unas historias que le permitían desarrollar a partes iguales su fantasía visual desbordante y su dominio de la acción y la espectacularidad, Kirby acaba de soltarse y regala al mundo una nueva época de los superhéroes. Su influencia es tal que se convierte en el canon a seguir, aunque pocos logran capturar en sus páginas la fuerza del Rey. Una juventud en los barrios bajos de New York, donde las peleas eran frecuentes, y su paso por el frente en la II Guerra Mundial, dan a Kirby la capacidad de encarnar la violencia en el papel. Cuando sus personajes golpean, la página tiembla, cuando aparecen los famosos Kirby-dots, podemos escuchar el zumbido de energía. Collages, ciudades majestuosas y mundos inverosímiles, nuevos personajes más y más poderosos, parece que el Rey busca llegar al límite. Tanto es así que, si bien es en esta década donde nace el superhéroe moderno, da la sensación de que Lee y Kirby cuentan todas las historias posibles y dejan para la posteridad y otros autores variaciones sobre un mismo tema.