Enjambre (VV AA)

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Enjambre (VV AA). Norma Editorial, 2014. Rústica con solapas. 16 x 21 cm. 160 págs. Color. 18,50 €

Siempre me han gustado las antologías de relatos cortos por dos motivos: porque permiten conocer a autores nuevos y porque siempre me ha gustado mucho el formato, tanto en literatura como en cómic. Quizás en este último ha habido cierta rigidez en el formato breve heredada de las inercias industriales de los comic-books hasta la era Marvel y de las revistas europeas que impedía que el cuento breve tuviera el mismo espíritu experimental que tenía en el ámbito literario. Afortunadamente los autores también se han sacudido de encima todo eso en los últimos años: la novela gráfica no tiene por qué consistir en libros de 200 páginas, y se demuestra constantemente, también en Enjambre, la última antología que ha editado Norma Editorial.

Enjambre se presenta como una recopilación de historias breves —todas historietas excepto dos relatos literarios— realizadas por veintidós autoras. Es un libro que reivindica la creatividad de las mujeres y su trabajo dentro de una industria en la que aún son minoría, a pesar de que, creo, eso está cambiando en los últimos años, gracias al empuje de jóvenes autoras que han crecido leyendo tebeos, de las cuales en Enjambre hay una buena muestra: la mitad de las autoras tiene treinta años o menos, lo cual es algo muy significativo.

Lo mejor de las antologías es su diversidad y no que todo lo que incluya le parezca fantástico a todos los lectores. Eso es infrecuente y diría que hasta innecesario. Cada uno tiene sus gustos y sus preferencias, pero lo que sí está claro es que ninguna dibujante ha entregado cualquier cosa para quitarse de encima el encargo: se nota un compromiso con el concepto del libro que siempre hay que agradecer. Temáticamente no hay un patrón único —lo cual es un nuevo acierto—: hay historias que denuncian la discriminación de las mujeres desde puntos de vista muy diferentes —«Enjambre» de Sonia Pulido o «La Fe Paradise» de Lola Lorente—, otras que toman el concepto de las abejas obreras para construir una metáfora —«Obreras» de Cristina Durán— y las que tiran por un costumbrismo más o menos humorístico —«Outing Friki» de María Castrejón y Susanna Martín o «Superpoderes» de Mamen Moreu—. Y luego hay cuestiones que creo que era importante que aparecieran aquí, como la que plantea Carla Berrocal en «Las frikis esas» al centrarse en el mundo del cómic: se esté o no de acuerdo con ella, o se esté sólo en parte, era imprescindible en Enjambre que se planteara ese debate, que también aborda Ana Mirallés —de algún modo, precursora de todas las dibujantes que aparecen en el libro— en su prólogo.

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Para mí las historias más destacables no son una sorpresa porque rara vez me defraudan sus autoras: Ana Galváñ dibuja mi favorita, «La conferencia», donde de un modo muy acertado reflexiona sobre la manera en la que el lenguaje da forma al pensamiento y excluye o define lo diferente: esa mujer que necesita ser operada porque no habla como debe y no se ajusta, por ello, al estereotipo femenino que impera en su mundo. La historia de Lola Lorente es también fantástica, y me ha sorprendido su evolución como dibujante desde Sangre de mi sangre. Clara-Tanit Arqué tampoco falla y su «Un día en el camping Sol» encierra lecturas bajo su capa de aparente inocencia y felicidad infantil. Cristina Durán con «Obreras» tampoco falla y está a la altura que se espera de una de las autoras que pueden considerarse consagradas de esta antología, algo que también podemos aplicar a la historia de Sonia Pulido.

Mamen Moreu sí me ha sorprendido, aunque ya había leído cosas suyas que me habían gustado mucho. Creo que tiene un humor cabrón y desmitificador muy interesante. Otra sorpresa muy agradable: Miriam Muñoz. «Domingo» es una historia muda que aborda la alucinación onírica con mucha frescura, sin duda otra de las colaboraciones más destacadas, en mi opinión. «Tres historias de odio» de la artista multidisciplinar italiana MP5 me ha parecido excelente, en especial la primera de las tres, con un tono negro que destaca por lo inusual en Enjambre. De «La horca» de María Herreros me ha gustado mucho su dibujo. Otras aportaciones me han gustado menos, como es lógico, pero también lo es su inclusión si de lo que se trata es de dar cabida a múltiples enfoques y estilos, y de hecho enriquecen el conjunto y amplían el espectro de público que encontrará cosas que le gusten aquí. Los dos textos ilustrados aportan cosas diferentes: «ZC» de Txus García y Gally da en el clavo al superponer la discriminación de género con la de clase, y «Érase una vez» de Elisa McCausland y Alejandra Alarcón se adentra en la crítica al sistema y su estilo remite a Alan Moore, tan leído y estudiado por McCausland.

Cuando nos paramos a pensar en torno al conjunto de autoras de Enjambre es cuando nos damos cuenta de su variedad y riqueza. Jóvenes autoras que están dando sus primeros pasos en los fanzines y otras que son más artistas que dibujantes en exclusiva son ejemplo perfecto de los derroteros profesionales más actuales en el panorama del cómic contemporáneo; otras autoras no mucho mayores, como Berrocal o Lorente, representan a esa generación cuyos miembros ya han publicado alguna obra en libro pero tienen aún que consolidarse, y las Pulido o Durán serían ejemplos de carreras ya asentadas y definidas. Todas ellas dan en Enjambre un golpe en la mesa al que tenemos que atender, porque está respaldado por su trabajo y calidad, que hace esperar que en el futuro firmen obras interesantes, si persisten en el medio. Algo está cambiando, afortunadamente.