Medieval Rangers (Roberto Massó)

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Medieval Rangers (Roberto Massó). Dehavilland, 2014. Cartoné. 30,5 x 23,7 cm. 64 págs. Color. 24 €

Gracias en parte a varias ayudas institucionales, la nueva editorial Dehavilland está sacando adelante una serie de cómics muy interesantes cuya publicación, de otro modo, seguramente sería inviable para una editorial reciente y minoritaria. Ikea Dream Makers de Cristian Robles aún tenía un formato relativamente modesto, pero este nuevo libro es realmente un lujo. Medieval Rangers, de Roberto Massó, es un libro de tapa dura, tinta dorada en la cubierta y papel de alto gramaje, y no sé si era necesaria tanta filigrana, pero es cierto que potencia el contenido.

¿Y cuál es el contenido? Es un cómic mudo con escena a página completa que presenta una especie de historia sagrada, una mitología que enfrenta a héroes de colores con monstruos oscuros. Massó puebla las páginas con diseños de imaginación desbordada y composiciones atractivas, pero es el lector el que tiene que decidir detenerse en cada una para leer la historia que contiene; supongo que si Medieval Rangers se lee sin prestar esa atención aún funciona como un libro de ilustraciones deslumbrante, pero esconde, en su críptica narrativa, una actualización de una historia arquetípica: la luz contra la oscuridad. Arcángeles contra demonios, dioses de Asgard contra gigantes de hielo, Tuatha Dé Danann contra fomorianos… Está inventado, claro, es tan viejo como nosotros, y ahí reside su poder. Lo que no es tan antiguo es la reformulación en unas claves que encajan bastante bien con el after pop que formuló Eloy Fernández Porta: los héroes de esta historia son action heroes que beben tanto del acervo japonés como de los superhéroes americanos, pero, en realidad, a mí sobre todo me ha parecido que Medieval Rangers está protagonizado por figuras de acción salidas de una tienda de juguetes de los años 80, de una franquicia del estilo de He-man o G.I.Joe: mogollón de muñequitos diferentes con sus características exclusivas, sus movimientos especiales y hasta vehículos guays. Los adversarios —monstruos dispares, demonios, hechiceros y guerreros sangrientos— tampoco están tan lejos del loser de Skeletor y sus compadres. Pero por supuesto, dado que esto es un cómic adulto, el sexo y la iconografía satánica no necesitan estar soterradas y se muestran como rasgos esenciales de los seres monstruosos que, en el fondo, representan el caos heterogéneo que irrumpe en el orden homogéneo del mundo de los Rangers para pervertirlo. Lo interesante es que esa lectura más seria está en el primer nivel de lectura gracias a los diseños de los personajes que, dado que son mudos, sólo pueden hablar a través de lo gráfico.

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Y en lo gráfico, precisamente, veo a Massó deudor del Johnny Ryan de Pudridero —no sólo en lo obvio, en los diseños de los monstruos, sino también en determinadas composiciones de la acción y su perspectiva— y del Forming de Jesse Moyniham. De éste toma no sólo inspiración para diseño de personajes, sino también el sentido del color —brillante e infantil— y la manera no naturalista en la que se muestran los poderes sobrenaturales, como si fueran manifestaciones de lo gráfico: por ejemplo, esas líneas rectas y peladas que surgen a veces de las manos de los personajes. Al final, ése es el mayor handicap de Medieval Rangers: le pesan en exceso sus influencias, saltan a la cara nada más abrir el libro. Sin embargo, la ejecución es diferente, sobre por el formato y el ritmo que impone la ausencia de palabras y la narración basada en viñetas de una página y grandes elipsis temporales que nos desubican: no sabemos exactamente cuánto tiempo pasa, lo cual equivale a decir que estamos siempre en el tiempo del mito, del eterno retorno —y así lo sugiere el final, de hecho—. El libro gráficamente es impresionante, eso sí, y el trabajo desplegado por Massó merece la pena aunque le falte cierta originalidad. Esa mezcla entre referentes infantiles —sin subrayados nostálgicos porque no hay lugar para tales—, primitivismo cósmico —según lo definió Santiago García y luchas ancestrales funciona muy bien.