Lo contrario (Mauro Entrialgo)

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Lo contrario (Mauro Entrialgo). Diábolo Ediciones, 2016. Rústica. 90 págs. Color. 13,95€

Un autor tan organizado y metódico con su propia obra como Mauro Entrialgo no podía dejar mucho tiempo sin reunir en un solo libro sus publicaciones más dispersas. Y ése es el primer valor de Lo contrario, enigmático título de este recopilatorio editado por Diábolo. En él, Entrialgo agrupa todo ese material que, por su propia naturaleza, tiende a ser muy difícil de encontrar en poco tiempo. Hablamos de las páginas de los especiales de El Jueves, que no suelen aparecer posteriormente en libro, colaboraciones en fanzines de todo tipo, las páginas de su exposición «Clases de zumba», o su aporte al ciclo de exposiciones «La ciudad de viñetas», comisariado primero por él mismo y posteriormente por Puño.

Decir que es «para incondicionales del autor» cada vez que se publica un recopilatorio de material inédito, además de una obviedad es un lugar común que no significa absolutamente nada. Lo contrario es, por supuesto, para fans de Mauro Entrialgo, pero sus historietas e ilustraciones no son «para iniciados» —otra frase rancia de la crítica—; al contrario, muestran a un Mauro fresco, muy en forma, adaptándose a diferentes soportes y públicos.

Así, las páginas temáticas de El Jueves están en la línea estilística y narrativa de Ángel Sefija, aunque, en ciertas páginas emplea una técnica mixta muy interesante. Por ejemplo, en su crónica de la gala de los Goya de 2006 utiliza las fotografías que sacó el fotógrafo que lo acompañó a cubrir el evento; en otra historieta sobre bulos y estafas por correo electrónico, Entrialgo incluye capturas reales de dichos correos. Mientras, las página aparecidas en TMEO —más escasas— se adscriben al estilo más sintético que ha practicado siempre en este fanzine, con ese diseño que es casi un —interesante, por su discurso— antidiseño. En las imágenes de su exposición de originales no sólo se pasa a las acuarelas, sino que también ensaya un tipo diferente de chiste, basado en el juego de palabras o en la asociación inesperada de conceptos. Es un humor más lírico, que se desprende de la actualidad y la radiografía social que tan bien ha manejado siempre Entrialgo, pero también lo practica con excelentes resultados, por ejemplo en las viñetas donde ironiza sobre diferentes estaciones de autobús y tren simplemente yuxtaponiendo sus rótulos a escenas que aportan un doble sentido.

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Tampoco es habitual que un autor que dota a casi todos sus personajes de un discurso articulado y basa sus gags en la palabra que entregue historietas mudas, y aquí es donde se destapa como un dibujante versátil, mucho más de lo que pudiera parecer. El dominio del medio que exige una historia muda tal vez no sea mayor, pero sí está más desnudo: no es posible ocultar una carencia detrás del discurso y la palabra. «Lot», aparecida previamente en ¡Qué suerte! es una de las mejores historietas de Mauro que he leído nunca, un mecanismo perfectamente encajado y una subversión de un mito bíblico imaginativa y brillante.

Otra historieta destacable también sorprende por lo inusual en la obra del autor: «Ley mordaza» practica el intervencionismo sobre una página de un cómic americano de la edad de oro para, cambiando los textos de los globos, hablar sobre la ley que le da título. «Humor electoral» recopila chistes de formato clásico sobre elecciones, con los diálogos en los pies de las imágenes, en la tradición de The New Yorker.

El libro, editado con mucho gusto, teniendo muy en cuenta su dimensión objetual, se convierte en un repaso a los múltiples registros de Mauro Entrialgo a lo largo de más de diez años, en los que ha mantenido una sorprendente coherencia artística y discursiva, sin abandonar su visión analítica de la sociedad, pero abriéndose también a otras vías humorísticas. Su inquietud es siempre su mejor baza.