Interesante, muy interesante la IX edición del Viñetas desde o Atlántico que ayer concluía. Parte de nuestra redacción no quiso perderse vivir en directo uno de los salones con las mejores exposiciones de originales que se pueden encontrar en españa y que contaba este año con el aliciente de un gran cartel de autores invitados, con un buen equilibrio entre autores nacionales (Lorenzo Gómez, Fermín Solís, Ángel de la Calle, Kim), autores europeos (Manu Larcenet, Frederik Peeters, Guy Delisle), americanos indie (Jessica Abel) y americamos mainstream (Bruce Timm, Brent Anderson y Esad Ribic -que aunque es croata es conocido por su trabajo en Estados Unidos-).
Pero sin duda, de entre todos los autores invitados, uno de ellos despertó la mayor atención del público, como quedó patente en las largas colas que se formaron en la sesión de firmas y en el lleno que se produjo durante su charla. Este no es otro que Bruce Timm, que visitaba por primera vez un salón fuera de norteamérica, y tuvimos la suerte de que Miguelanxo Prado y Carlos Portela le convencieran para que fuera en España.
Como hemos comentado, gran interés en su charla, que cerraba con broche de oro los eventos programados en las jornadas, con gran afluencia de público (entre los que se podía ver a la mujer –encantada- e hija –aburrida- de Timm). La redacción de Entrecomics estuvo presente, armada con un rudimentario instrumento de grabación consistente en el envés del billete electrónico del autobús de vuelta, un bolígrafo, y las pocas neuronas aun activas tras la fiesta que ofreció el colectivo Polaqia el día anterior y que termino a las 7 de la mañana. A continuación ofrecemos algunos apuntes de lo que dio de si la charla con Bruce Timm.
Obviamente se dio un buen repaso a la serie de animación Las aventuras de Batman, que lanzó al estrellato a Timm. Ante la pregunta de si la serie era un esfuerzo personal o representaba el trabajo de mucha gente, Timm dio gran parte del crédito al equipo técnico, y especialmente al co-productor, Eric Radomski, de quien había partido la idea, por ejemplo, de los fondos de la serie. A Radomski se le ocurrió que para acentuar el aspecto oscuro de la serie, el fondo debía ser negro y pintar sobre él, idea que al principio pareció peregrina al resto del equipo, pero que funcionó tremendamente bien convenciendo finalmente a todos. También comento que el look de la serie estaba inspirado las películas de los años 40 y especialmente en la serie de animación de Superman de aquella época, de la cual todos los miembros del equipo eran aficionados.
Se le preguntó si habían tenido mucha presión por parte de Warner a la hora de elaborar los guiones. Matizó que aunque en general les dieron total libertad, sí que tuvieron que tener cuidado de no incluir escenas muy sangrientas o con demasiada violencia, dado el público infantil a quien la serie se dirigía en principio. Fox tenía una cierta desconfianza debido a la inexperiencia de los autores, pero una vez que vieron los primeros capítulos terminados, aumentó su confianza y dotaron de más libertad creativa al equipo.
El estilo de Timm fue uno de los temas que también surgieron. En concreto se inquirió sobre su afán perfeccionista y sobre si éste había generado problemas al trabajar en equipo. Timm contestó que sí, que él quería llegar a un estilo simplificado y limpio que incluso un niño pudiese dibujar, un estilo a prueba de idiotas que cualquier animador pudiese reproducir. Sin embargo, gran parte del equipo de animación, aficionado a los cómics, quería darle un toque más cercano al cómic, con más detalle, “estilo Neal Adams”. Esto propició que sobre las indicaciones de Timm, los animadores se tomasen ciertas libertades que no convencían para nada al autor, que llegó a realizar una gruesa y detalladísima colección de model-sheets, en las que indicaban hasta los menores detalles, como hacia dónde debían doblarse los picos de la capa, las distintas posiciones de las manos, la iluminación… Finalmente, en vista de que no podía eliminar por completo la aportación no deseada de sus colaboradores, decidieron despedirlos a todos y enviar la producción de la serie a Asia, donde los animadores seguían al pié de la letra las indicaciones de los productores.
Surgió tambien la inevitable pregunta de cuáles había sido los cómics de la infancia de Timm, y sorprendentemente este afirmó que siempre fue más fan de Marvel que de DC, pero que si había un personaje que seguía con auténtica devoción, ese era Batman. Su primer recuerdo de un superhéroe venía de la serie de televisión de Batman, y además guardaba un gran recuerdo de los excelentes autores que ilustraron las serie, como Neal Adams o Berni Wrightson, ya que él, por aquel entonces, estaba más interesado en el dibujo que en cualquier otra cosa.
El cómic Amor Loco que realizó junto a Paul Dini fue otro de los temas que se trataron en la charla. Según Timm, todo comenzó durante una comida en la ComiCon de San Diego, en la que coincidieron él, Dini, y el por entonces editor de la línea de Batman Denny O’Neill. Dini sugurió a O’Neill que él y Timm podrían realizar algún tipo de colaboración para Batman, a lo que el editor dio el visto bueno al instante. Tiempo después, Dini llamó a Timm por teléfono con el esbozo de idea para esa colaboración: tomar a Harley Quinn y convertirla en la psicóloga del Joker para darle la vuelta totalmente al personaje. El resto de la historia fue desarrollada conjuntamente por Dini y Timm, con el excelente resultado que todos conocemos. También se preguntó por la distribución de viñetas, basada en una plantilla de 3×3. Timm comentó que es una plantilla muy del estilo del stoy-board con la que se siente muy a gusto, y que aunque en los viejos tiempos se usaba con frecuencia en los cómics, actualmente, a partir de la estética rompedora de Neal Adams en los años 60, había entrado en desuso. Mientras preparaba el diseño del álbum, encontró que un cómic de Keith Giffen de la Doom Patrol usaba ese formato 3×3 con buenos resultados, y decidió incorporarlo a su trabajo. Esa plantilla le permitía olvidarse un poco de la planificación de la página y despreocuparse de la posibilidad de romper el ritmo de la narración, lo cual le preocupaba mucho, además de ahorrarle trabajo, ya que se consideró “un vago”. Esto tampoco impedía que, cuando le pareciese necesario, se pudiesen juntar varias viñetas en una o dividir una en varias con efectos narrativos.
Cuando le preguntaron sobre si estaba cansado de que le relacionasen con Batman, dudó un instante pero la respuesta fue afirmativa. En cierto modo se sentía encasillado en el personaje, sólo le ofrecían trabajos relacionados con el hombre murciélago y esto le limitaba como artista. Comentó que en general estaba un poco harto de la animación y de los superhéroes, “esos tipos que llevan la ropa interior por fuera”. Apostilló que creía que en Europa podría tener más posibilidades de trabajar en otro tipo de historias con su propio estilo, ya que el público es más receptivo, pero en Estados Unidos en general la gente buscaba un estilo más realista, como pueda ser el de Brian Hitch.
Se inquirió sobre su trabajo en Vampirella, contestando que se sentía muy contento con él y con otras cosas que había podido hacer fuera de Batman, como alguna historia del Capitán América o para la serie de terror Flinch, ya que le permitían la variación y la exploración de su estilo.
Se comentó con extrañeza que no tuviese un contrato en exclusiva para DC en un mercado como el de hoy en día. Timm comentó que efectivamente, no lo tenía, y que se le pagaba semanalmente. Estaba muy contento con esta situación que le permite realizar distintos trabajos donde seguir explorando en su propio estilo. A raiz de esto se le preguntó si en DC había sentado mal que trabajase para Marvel, a lo que contestó escuetamente que no. Respecto a su trabajo con Los Vengadores, comentó que le interesaba mucho la primera etapa de Kirby en la serie, y que había querido de alguna manera recuperar ese look que existía cuando aun los personajes no estaban bien definidos, con ese Hombre de Hierro con una armadura tocha y un Hulk más bien fondón.
Ya casi al final le pidieron que se decantase por un género, cómic o animación. Una pregunta difícil, a la que comenzó contestando con cierta diplomacia, afirmando que son géneros diferentes y que cada uno tiene su encanto, pero finalmente se decantó por el cómic. Si tuviera que elegir, elegiría este último, pero desafortunadamente vive en Los Ángeles, donde hace falta mucho dinero para mantener una familia, y la animación está mejor pagada que el cómic. Comentó que podría transladarse a Iowa, pero… Finalmente también declaró su admiración por los autores de cómic, capaces que entregar más de 20 páginas mensuales donde tienen que realizar todo el trabajo, mientras que en animación hay gnete que te dibuja los fondos, las escenas de transición, etc. Dudó de su capacidad para mantener un ritmo de producción tan elevado como el que es necesario para el cómic.
Casi al final se le pidió que hiciese una valoración de los salones europeos (o al menos del Viñetas desde o Atlántico, ya que es el primero al que asiste en el viejo continente) en contraposición con los estadounidenses. Declaró que aquí los salones están más enfocados al cómic, mientras que en Estados Unidos cada vez más se centran en otros medios (cine, videojuegos, televisión) y la gran idea que subyace detrás de los mismos es vender, vender, vender. Estaba muy satisfecho con la experiencia, tanto a nivel de salón como por haber podido conocer la ciudad (su mujer, desde el público, no paraba de asentir con la cabeza).
Respecto a sus proyectos futuros, habló someramente sobre las series de animación que ya se están planeando, que serán La muerte de Superman, DC the New Frontier, basada en el cómic homónimo de Darwyn Cooke, y una serie sobre los Teen Titans. También aclaró que en el futuro le gustaría trabajar con personajes menos conocidos que le permitiesen un cierto nivel de experimentación, y que estaba interesado en realizar adaptaciones de personajes como Jonah Hex y The Demon de Jack Kirby (Etrigan).
Hubo algunas otras preguntas, pero ni el folio ni la neurona daban ya para más, así que esto es a grandes rasgos lo que dio de si la charla-coloquio con ese gran autor que es Bruce Timm. Al final, una larguísima ovación para Timm que contestó con repetidas inclinaciones de cabeza con bastantes visos de agradecimiento auténtico. A nosotros sólo nos queda decir: ¡Vente pa’ España, Bruce!
